Navia,

T. CASCUDO

Yerai es demasiado pequeño para comprender por qué la procesión de Nuestra Señora de La Barca y San Roque genera tanta expectación entre los naviegos. Ayer, a pie de puerto, este niño de apenas tres años bombardeaba a sus padres con todo tipo de preguntas sobre las embarcaciones, sobre la imagen de la Virgen y sobre todo el protocolo que rodea a una de las procesiones marítimas más entrañables de cuantas se celebran en el Occidente. El de ayer fue el día grande de las patronales naviegas y también una cita imprescindible en el calendario festivo de la villa.

La procesión abandonó la iglesia en torno a la una del mediodía y media hora más tarde, entre sonidos de gaitas y la algarabía vecinal, hizo acto de presencia en la dársena portuaria. Uno de los momentos más delicados es el transporte de la imagen hasta el barco «Armón uno» sobre el que realiza la procesión marítima. Una decena de hombres, uniformados con camisa blanca y pantalón oscuro, la condujeron hasta la popa de la embarcación haciendo un verdadero esfuerzo para mantener la imagen en la postura correcta en todo momento.

El descenso hasta el pantalán de embarque sigue un orden estipulado. Encabeza la comitiva el pendón de la parroquia y tras él baja San Roque. El santo viaja a bordo de la lancha «Mercedes», escolta del «Armón uno» junto a decenas de embarcaciones que, pertinentemente engalanadas, persiguen a la patrona en su ruta hasta la bocana de la ría.

Cuando todos están preparados para que el «Armón uno» emprenda su ruta, la sirena de los Astilleros Armón da la bienvenida a la Virgen con un estrepitoso pitido. Durante unos minutos suena incesante esta música -ayer festiva- que emociona a los locales. «Qué bonita es la procesión», decía ayer una señora. Fueron cientos de personas las que, desde el puerto y desde el puente de entrada a Navia, observaron pacientes todo el itinerario de la procesión.

Y es que el sol hizo acto de presencia durante toda la mañana para no desmerecer la procesión marítima. Las pequeñas embarcaciones que salpicaron la ría de color -el de las banderas y los trajes regionales que lucían muchos de los tripulantes- navegaron junto a la patrona hasta la bocana y la acompañaron también de regreso a puerto. En el barco «Armón uno» no sólo viajaba la Virgen de La Barca, sino también el párroco y las autoridades municipales.

La procesión naviega no gusta de forma exclusiva a los devotos de la Virgen, ya que por encima de todo representa un espectáculo naútico de primer orden. Y más en un día veraniego como el que lució Navia en su día grande.

Hoy toca honrar a San Roque, copatrón de la villa, con la misa y la procesión en su nombre. Por la tarde, a partir de las siete y media, habrá regata de botes en la ría con la participación de embarcaciones de todo el Occidente. Y mañana será el 102.º aniversario de la Jira en Veiga de Arenas y el cierre de las fiestas naviegas.