Navia,

T. CASCUDO

«La Guardia Civil es requerida para casi todo y para muestra un botón: prestando servicio de puertas, recibí una llamada de un campesino del concejo de Villayón en la que me informaba que no tenía luz en la cocina. Y sí, han leído bien, parece que aquella buena gente se siente más tranquila poniendo en conocimiento de la Guardia Civil cualquier problema que se les presente».

Es un fragmento de «Beneméritas Anécdotas», un libro sobre las aventuras de un agente de la Guardia Civil durante su año destinado en el puesto de Navia. Su nombre es Germán Vaquero y aunque se confiesa un enamorado del Occidente asturiano es sevillano de nacimiento.

El libro es la recopilación de una treintena de anécdotas vividas por Vaquero (20 en Asturias) o por compañeros de patrulla durante el año -de febrero de 2008 a febrero de 2009- en el que estuvo en el cuartel naviego. A este sevillano se le juntó su inexperiencia en el cuerpo -pues Navia fue su primer destino como Guardia Civil en prácticas- con su desconocimiento del Occidente asturiano y sus gentes. También se podría pensar que su carácter andaluz ha influido a la hora de sacar toda la chicha de su trabajo, aunque él despeja cualquier duda: «Soy andaluz, pero quien me conoce sabe que soy una persona bastante seria. No tengo la gracia que puede tener mi padre o mi hermano. De hecho mi madre no se creía que pudiera escribir algo así».

No obstante, gracia tiene y la prueba es este trabajo, que acaba de sacar a la luz la editorial Paréntesis y que ya está a la venta en varias librerías asturianas al precio de 14 euros. En él se pueden encontrar historias rocambolescas protagonizadas por personajes de lo más dispar, desde alcaldes y limpiadoras, a prostitutas, «locos» del pueblo, duques y curas.

Todo empezó cuando Vaquero empezó a contar a sus amigos sevillanos sus peripecias por la cuenca del Navia. Fueron ellos quienes le animaron a llevarlas al papel y así fue como nació la web http://lamenemerita.blogspot.com. Internet fue su primer soporte y ya ha recibido más de 10.000 visitas. Después, intentado cumplir un viejo sueño, se propuso publicar un libro.

Se sorprende además de la rápida respuesta de las editoriales ya que sólo un mes después de sus primeros contactos tenía un contrato en firme sobre la mesa. Cuenta este sevillano de 30 años y licenciado en Historia que en Navia las cosas cotidianas que le pasaban se salían de lo normal. La prueba es su primera anécdota recién llegado a la comarca, cuando se le acercó un vecino y le dijo que le dolía mucho la barriga.

«Yo intenté explicarle que tenía el centro médico al lado del cuartel y que allí le atenderían mejor, pero él me mandaba callar todo el rato. Después de cuarenta minutos escuchándole descubrí que su problema era que el dolor de barriga le había hecho irse sin pagar del restaurante en que había cenado y él no quería quedar como un ladrón. Quería que yo le hiciera un documento conforme a lo ocurrido», cuenta.

Y es que, confiesa Vaquero, en las zonas rurales los agentes cumplen en cierto modo un papel de psicólogos. «A veces la gente sólo necesita que la escuches y ya se queda tranquila. Me pasó otro día con un señor que decía que veía duendes. Tenemos que hacer un poco de psicólogos y así resolvemos problemas que a veces no nos competen».

Pero sin duda lo que más le sorprendió es lo querida que es la Guardia Civil en los pueblos y que la gente llama a los cuarteles para casi cualquier cosa: «La gente, sobre todo la de mediana edad, ama a la Guardia Civil. Ya no es respeto, es algo más». En este ámbito se enmarca la anécdota titulada «Una hostia del copón», en la que un párroco de la zona llamó a los guardias para notificar que había tenido un accidente en lugar de llamar a emergencias. El accidente -de lo más aparatoso- había sido provocado por el disgusto del hombre, que estaba limpiando una capilla, al escuchar por la radio que su equipo de fútbol había encajado un gol en el último minuto.

Entre las anécdotas también está la de un hombre al que los agentes encontraron desorientado en mitad del monte un lunes a las once de la mañana: él pensaba que era domingo después de almorzar. También la del vecino que se cabreó por tener que facilitar los papeles y resultó tener el recibo del seguro caducado o la de quien quiso denunciar a un mudo por insultos y amenazas. Vaquero asegura que con su trabajo pretende despertar el interés del público en general y trasladar a la gente una imagen «humana y sencilla» de la Guardia Civil. «Se tiene a generalizar y se suele dar mucho bombo a las malas actuaciones, pero no a las buenas. Yo he buscado hablar de la Guardia Civil de todos los días, lejos de las multas o las denuncia», matiza.

Aunque confiesa que su vida está lejos de Asturias, pues se acaba de comprar casa en Sevilla, sí que es asiduo visitante. Asegura que en pocos sitios se ha sentido tan a gusto, pues en poco tiempo la gente le hizo sentirse «como en casa».