Siempre produce dolor tener que escribir sobre la muerte de alguien, pero mucho más cuando se trata de la muerte de un amigo con el que se fue parte de tu vida y parte de la vida de tu pueblo.

Ramón Muñoz, asturiano de Pola de Siero, llegaba por los años cuarenta como juez de primera instancia e instrucción a Luarca, lugar que adopta como suyo, por quien tanto hizo y donde lo acaban de enterrar. Congeniamos de inmediato y surgió entre nosotros una amistad que perduró hasta el final, el 18 de enero de 2011.

En Luarca le aguardaba M.ª Rosa Pérez del Río, con la que contraería matrimonio y formaría una feliz familia de cinco hijos. El destino lo había señalado con su dedo, poco después el buen juez se convierte en buen alcalde. Y ese mismo destino lo llevaría a ocupar más altos cargos: gobernador civil de Gerona y gobernador civil de Sevilla. Allí, en su toma de posesión, estuvimos los luarqueses acompañándolo. Terminaría volviendo a su carrera como magistrado en Madrid.

Hay personas que al morir desaparecen, se desvanecen sin dejar huella, pero éste no es el caso de Ramón. Quien les habla conserva vivos recuerdos de hace más de 50 años. Cuando nos encontrábamos en Playa de Aro o en Madrid situábamos muchas conversaciones en los escenarios entrañables de nuestra amada Luarca y salían a relucir tantas y tantas anécdotas, que volvíamos a celebrar como recién estrenadas. En mi «Cuaderno de notas» están consignadas innumerables, con ellas se puede seguir paso a paso la actividad diaria de un alcalde que está cambiando la fisonomía de la villa y realizando en todo el concejo proyectos y obras que llevaban años de espera.

El alcalde, con una visión aguda y certera del futuro y de las posibilidades de Luarca, apostó por el turismo, cuando éste estaba todavía sin explotar. Pronto pudo afirmar en una entrevista que «Luarca en el turismo está a la cabeza de los pueblos de Asturias». En efecto: en los bajos del Ayuntamiento instaló una pionera Oficina de Información y Turismo municipal, modelo de organización y eficacia, de la que hablaba con grandes elogios toda la prensa regional.

En la memoria de todos los luarqueses están los cambios efectuados. «La Villa Blanca de la Costa Verde» se acicaló para recibir a los miles de turistas que llegaban: limpieza de las calles, revocación de fachadas, arreglo de jardines y parterres, espléndido alumbrado y aquellos cientos de tiestos blancos con geranios rojos a la orilla del río, que configuraron un nuevo paisaje urbano singularmente hermoso. La rica gastronomía marinera también tenía allí su papel. La Sociedad Ovetense de Festejos crea el llamado «día de Oviedo en Luarca»? Eran días de vino y de rosas? En un tiempo récord, Luarca se ha presentado en Oviedo causando admiración. Ramón Muñoz había ganado una importante baza que el pueblo sabía agradecer.

Pero las actividades iban más allá: se construyen trece escuelas, cincuenta y seis viviendas de la Obra Sindical, se espera la subasta de las del Mercado para construir otras ciento veinte? El Ayuntamiento afronta también el problema de la electrificación rural.

Yo recuerdo aquel domingo, 23 de diciembre de 1956, en el que el gobernador civil Labadíe Otermín presidió la inauguración de la luz en nueve pueblos: La Figal, Saliente, Herrería de Abajo, Leiriella, Caborno, Ablanedo, Cadollo, Busmourisco y Aristébano. Con ellos se alcanzó la electrificación número 500 de Asturias. Pronto le llegaría el turno a la braña de Somiedo. Allí contemplamos el cambio del candil por la bombilla. Fue emocionante para todos. Ramón estaba radiante y la vaqueirada, de enhorabuena.

Otro objetivo estaba a punto de cumplirse: la recuperación de la Banda de Música «La Lira», que había desaparecido con la Guerra Civil, como todas las demás de Asturias. Elige Muñoz dos colaboradores: don José Oliver Martí, registrador de la propiedad, como presidente de la Sociedad, y don Eladio González Alonso, industrial relojero y óptico, como director de la banda. Todo salió a pedir de boca: en la fiesta del Corpus del año 1952, «La Lira», perfectamente uniformada y con los instrumentos afinados, recorrió el pueblo en medio del general entusiasmo de todo el vecindario, volcado en las calles y con muchas lágrimas de emoción. Se habían recuperado cien años de historia, de pequeños conciertos y de bailables desde el quiosco del parque. El alcalde les dirigió un breve parlamento en el vino español que ofreció a sus componentes. Luarca y su banda participarían con gran brillantez en el Día de América en Oviedo.

Luarca, en los tiempos del alcalde Ramón Muñoz, estaba viviendo una etapa floreciente. Dos acontecimientos de muy distinta índole que se dieron por aquellas fechas contribuyeron a que su nombre tuviera resonancia nacional e internacional: se rueda en la villa una película basada en la novela «Con la vida hicieron fuego», de J. E. Casariego, y Severo Ochoa recibe el Premio Nobel de Medicina.

En el verano de 1956 comienzan los preparativos para el rodaje. Ana Mariscal, actriz y directora del filme, llega con su marido y su equipo de artistas y técnicos. La película supuso para Luarca (Ferrera en la película) la más eficaz propaganda de toda su historia. España conoció a través del cine sus maravillosos paisajes, sus playas, sus rincones? Ramón Muñoz tenía sobrados motivos para sentirse orgulloso como alcalde presidente de su Ayuntamiento.

Luarca ya estaba en el mundo de la mano del Dr. don Severo Ochoa, que ponía cátedra de Bioquímica en Nueva York. Pero al recibir el Nobel de Medicina en 1959, su lugar de origen se repitió mil veces en entrevistas, noticias, reportajes? muchos quisieron conocer esta villa que don Severo recordaba con tanto cariño. En los actos de entrega del premio al sabio luarqués, en Suecia, estuvo presente Ramón Muñoz, no sólo a título personal, sino como representante de todo el pueblo.

Un día, entre mil más, visitábamos Ramón y yo Leiriella, una braña de gran solera, y en el chigre unos clientes nos comentaron que no tenían ninguna fiesta propia y debían desplazarse a pueblos bastante alejados si querían asistir a alguna. Allí, y entonces, se nos ocurrió organizar una en las proximidades del lugar. Aristébano reunía las condiciones: tenía espacio suficiente para hacer una gran fiesta, estaba próxima y, además, era la cuna de Rogelia, la vaqueira, juglaresa de todos conocida.

Aristébano es una braña a caballo de los concejos de Luarca y Tineo, así que fuimos a ver al entonces alcalde de Tineo, que era José M.ª Velasco, conocido en toda Asturias como Chuché. Nos costó convencerlo, pero al fin se avino a llevar a cabo con nosotros el intento, y firmamos los tres el acta fundacional el 6 de septiembre de 1959, día en el que se celebró el I Festival Vaqueiro y de la Vaqueirada. Más tarde, ya en el II Festival, se uniría el alcalde de Belmonte, Aurelio García González (algún día tendré que hacer la historia de este Festival).

De entonces acá, el Festival se hizo más y más famoso. Desde el primer momento se adhirió el rey de Escardén, curioso personaje al que en las brañas le concedían dotes adivinatorias y era casi reverenciado por este don. Hoy el Festival ya cumplió medio siglo y la cita en Aristébano registra visitantes de diversos países de Europa y siempre en aquella braña la primera montera picona que se vislumbraba era la de Ramón.

Ramón, mi amigo del alma, siempre se ha sentido y actuado como alcalde de Luarca. Un día recibí una postal de un compañero de Radio Nacional, que me escribía desde la calle Alcalde de Luarca, en una ciudad de Murcia. Me intrigó tanto la noticia, que escribí al alcalde de esa ciudad preguntándole el porqué de tal denominación y a qué alcalde se refería. Me contestó de inmediato. Se trataba del alcalde Ramón Muñoz. Era gobernador civil de Sevilla cuando le fueron a visitar el alcalde y varios concejales de dicha ciudad para agradecerle el magnífico resultado de unas gestiones que él había hecho en Madrid a favor de la misma. Le comunicaban también que aquel Ayuntamiento había aprobado la concesión de una calle para Ramón Muñoz. Y nuestro Ramón les contestó que agradecía la distinción, pero que sólo la aprobaría si cambiaban el nombre por calle Alcalde de Luarca, que es en definitiva como así consta. Esta decisión se comenta sola y retrata a una persona de cuerpo entero.