Gedrez (Cangas del Narcea)

«En el pueblo la gente habla de los jugadores de bolos de antes como si se tratase de Di Stéfano o Messi actualmente», afirma Álvaro Collar refiriéndose a la importancia que tiene el deporte autóctono en la comarca occidental. No oculta su intención de que algún día el pueda ser recordado como esos grandes jugadores a los que sus abuelos idolatraban tanto o más que a las figuras del «deporte rey».

Es ésta una de las razones por las que considera los bolos como su principal afición, si bien reconoce ser un gran aficionado al deporte general y compagina estos con otras actividades. «Juego al fútbol en la Sociedad Deportiva Narcea, me gusta ir al gimnasio y jugar al tenis, pero si tengo que elegir me quedo con los bolos a ojos cerrados», asevera la joven figura de la peña Josber.

Una de las circunstancias que mejor explica esta enorme dedicación es que, a pesar de tener que trasladarse a vivir durante la semana a Oviedo, a causa de sus estudios de Marketing y Relaciones Públicas en la Escuela Europea de la capital asturiana, busca hueco para entrenar al menos dos días a la semana bien en la bolera de Gedrez o en la construida en el barrio ovetense de La Corredoria.

No ajeno a la actualidad bolística, se atreve también a valorar la unificación del vaqueiro y el bolo celta propuesta por el presidente de la Federación Española, José Luis Boto. «Resulta sorprendente que el bolo celta se acuerde de nosotros ahora que les hemos superado en licencias, aunque parezca que son dos prácticas muy parecidas, los que las practicamos sabemos que no lo son tanto», explica.

Otro tema que no pasa por alto es el debate sobre si se debe limitar el tamaño y peso de las bolas para la competición. Ante este debate surgido en las boleras opina que «viene motivado por la extrema facilidad que muestran algunas boleras» y espera que no se lleve a cabo esta medida porque «la libertad para elegir que bola tirar es uno de los aspectos más bonitos del juego».

En lo que respecta al momento dulce que viven los bolos en la cuenca del Narcea teme que este tenga fecha de caducidad. «La progresiva despoblación del occidente asturiano es una amenaza, pero espero que gente joven como yo haga que nuestro juego perdure durante siglos», comenta, dando una muestra más de que su vida sin los bolos no sería la misma.