Castro de Limés (Cangas del Narcea), Pepe RODRÍGUEZ

Una manada de lobos entró en una finca del pueblo de Castro de Limés, en Cangas del Narcea, en la madrugada de ayer y acabó con la vida de las 21 ovejas que allí dormían. Los hechos han llevado a la desesperación y al abatimiento al dueño del ganado, Manuel Álvarez Rodríguez, y ha causado una enorme preocupación en todos los vecinos del pueblo. No en vano la mayoría de ellos tiene vacas y terneros durmiendo en los prados y para todos es obvio que los lobos, que están tan cerca, volverán a atacar.

Ni los más viejos del lugar recuerdan que los cánidos se atreviesen a atacar alguna vez en fincas tan cercanas a las viviendas. Y menos en el pueblo de Castro de Limés, que está en una cota relativamente baja de altitud.

«Ayer (por el viernes) estuve trabajando en la finca. Puse algunos cierres que faltaban, tapé huecos. Incluso me quedé a dormir la siesta en el coche aquí mismo. Y hoy no queda nada», explicó ayer Manuel Álvarez entre lamentos. El primer hombre que vio lo ocurrido fue José Rodríguez Fernández, vecino de Castro. Relata que pasó por los alrededores de la finca y vio a uno de los machos muerto y pensó que los lobos lo habían matado pero, al no oír ruido alguno, dedujo que Manuel Álvarez se había llevado el resto de ovejas. Su sorpresa fue mayúscula cuando se asomo al prado y descubrió los cadáveres del resto de animales diseminados. En seguida acudió a comunicárselo a su vecino.

Debido a que es fin de semana los guardas no van a pasar a evaluar los daños y a juzgarlos. En cuanto lo hagan, Manuel Álvarez deberá proceder a la retirada de los cadávares, para lo cual tiene contratado un seguro y, posteriormente, esperar a que le indemnice la Administración regional. Sin embargo, eso es algo que no le va a compensar el disgusto. «¡Qué más da lo que me den! Lo que seguro que no van a hacer es quitarme el daño moral, lo que estoy pasando ahora. Ni dormir voy a poder», lamenta.

Porque la vida de Manuel Álvarez Rodríguez estaba unida a estas ovejas. De 73 años de edad, y cobrando una mínima jubilación, vive solo en su casa de Limés y su relación con estos animales iba más allá que la económica. «Llevo toda la vida entre ovejas. Son una forma de sustento pero también mi compañía. Yo conocía a cada una de ellas, sabía de qué oveja era cada cría, yo les ayude a nacer. Y ahora me lo han quitado todo. Todo. No ha quedado ni una, por lo que no puedo volver a empezar si quiera. No se cómo voy a vivir sin ellas».

Para el resto de vecinos del pueblo esto es un aviso de lo que puede estar por venir. José Menéndez asegura: «Ahora nadie les va a parar». Todos los que viven en el campo saben que animales como las ovejas son los que mejor limpian los terrenos, los que previenen incendios y los que sirven para fijar la poca población que queda en los núcleos rurales. Todos los vecinos consultados en Castro de Limés están a favor de que se hagan batidas para acabar con los lobos.