La viticultura de montaña se refiere esencialmente a la viticultura que se realiza en alturas superiores a los 500 metros sobre el nivel del mar, en terrenos de fuerte pendiente, más del 30 por ciento, o en terrazas. En otras palabras, es una actividad que no se puede mecanizar y que es necesariamente artesanal y, en general, se trata de una actividad tradicional. En la actualidad sobrevive en la mayoría de los países europeos: Suiza, Austria, Alemania, Italia, Francia... En España las denominaciones más representativas son Ribeira Sacra y Vino de la Tierra de Cangas, aunque también se pueden incluir determinadas zonas del País Vasco, de Cataluña y de Baleares. Hoy representa una pequeña parte de toda la viticultura europea, un 5% aproximadamente. No obstante, a pesar de su pequeño tamaño relativo, ha suscitado una atención internacional creciente, tanto desde el punto de vista puramente enológico y económico como social y cultural, dado que este tipo de viticultura se realiza sobre terrenos para los que es difícil encontrar cultivos alternativos y, por lo tanto, contribuye a mantener la población y la actividad económica en zonas de futuro incierto. Sobre el gran interés que ha alcanzando esta viticultura da buena cuenta el hecho de que la Organización Internacional de la Viña y el Vino creó en 1987 el CERVIM, organismo dedicado a la investigación y protección de la viticultura de montaña, con sede en Aosta, Italia.

Este tipo de viticultura, también denominada heroica, tiene en el caso de Tierra de Cangas un aspecto diferencial que le confiere un gran interés adicional, ya que se basa en cuatro variedades de uva autóctonas en riesgo de desaparecer: Albarín blanco, Albarín negro, Carrasquín y Verdejo negro. Las dos primeras acaban de ser inscritas en el Registro de Variedades Comerciales (BOE del 24 de marzo de 2011). Son, por lo tanto, variedades muy bien adaptadas y cuya conservación supone una gran contribución a la preservación de la biodiversidad.

Adicionalmente, hoy disponemos de resultados científicos que demuestran la alta calidad enológica de estas variedades y su viabilidad comercial, en particular la variedad Albarín blanco. Dichos resultados son el fruto de la investigación realizada por un equipo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), dirigido por la doctora asturiana Carmen Martínez, que ha sido considerado en los dos últimos planes estratégicos del CSIC como el mejor grupo de investigación vitícola de España y uno de los mejores a nivel internacional. Sus investigaciones se orientan hacia la recuperación y clonación de variedades antiguas de vid del norte de España. Como ejemplo de sus actividades, podemos recordar que este equipo ha sido clave para el desarrollo del vino de Albariño y en particular para perfilar y consolidar las características de una de las bodegas de mayor éxito tanto en España como en el extranjero: Terras Gaudas. A partir del trabajo realizado sobre las viñas asturianas, estos prestigiosos investigadores han llegado a la conclusión de que la comarca suroccidental de Asturias posee en sus viñedos un patrimonio genético de un gran valor científico y económico. Estos hechos nos permiten afirmar que el vino de Cangas no es una rareza marginal, sino una singularidad de un gran interés para el futuro.

Por estas razones, queremos llamar la atención de la sociedad y de las instituciones sobre la importancia de la viticultura de alta montaña en Asturias, porque creemos que esta actividad puede ampliar significativamente su tamaño y consolidarse como una actividad complementaria que favorezca el crecimiento sostenible de la comarca y enriquezca el patrimonio natural y cultural. Para profundizar en estos argumentos, la Universidad de Oviedo, el CSIC, la Cámara de Comercio y la Fundación Valdés Salas han organizado una jornada denominada Viticultura de montaña, heroica y única, que se celebrará pasado mañana, en el Edificio Histórico de la Universidad de Oviedo.