Cangas del Narcea,

Pepe RODRÍGUEZ

Si se dice por Cangas del Narcea que Francisco Prieto ha escrito un libro es muy probable que nadie se tome la molestia de preguntar algo más que «¿quién es ese?». Pero si se dice que se trata de Paco Chichapán, entonces la historia cambia radicalmente.

Paco es una figura bien conocida por todos los cangueses, dueño de una panadería afincada en la villa hace muchos años y antiguo concejal comunista en la etapa de la transición. «Pero yo ya no soy comunista. Yo ya no soy de ninguno», aclara Chichapán. Además, ha escrito tres libros en los que pretende, con su particular estilo y conocimientos, recuperar la forma de hablar del concejo y las palabras que, a su juicio, son únicas de la zona. Ahora se ha embarcado en la aventura de promocionar y vender su cuarta obra, nuevamente editada por él mismo, que lleva por título «Cangas y cangueses» y que cuenta la vida y anécdotas de personajes que, a su parecer, no tienen el reconocimiento que deberían en su propia villa de nacimiento, que es Cangas del Narcea.

«Hay una frase que dijo el padre Carballo una vez que es significativa: "Si un cangués quiere hacer algo, salen once a tumbarlo". Y es una gran verdad. He creído oportuno hablar de gente que hizo cosas muy importantes y que en Cangas no tienen lo que merecen».

Entre esos protagonistas está, por ejemplo, Rafael Rodríguez, que da nombre a una de las plazas del pueblo. Este hombre fue capaz de reunir a todos los viticultores de la zona para defender sus derechos; le eligieron para ir a Madrid a negociar los fueros que había que pagar por el vino y consiguió que los eliminaron por completo. El vino era el mayor bien económico de la zona entonces, por lo que aquel movimiento fue muy importante.

O la figura de Francisco Javier Gamoneda, que se encargó de la organización de la bibliotecas de la ciudad de México y llegó a obtener tal reconocimiento que se le puso su nombre a plazas y calles de aquel país.

Paco Chichapán planea vender unos mil libros de esta obra. «Ya he vendido varios miles de los anteriores y espero que se vendan unos mil también de éste. Por aquí por Cangas, por librerías y quioscos. Es como funciono». También, a sus 78 años, cree que es momento para tomarse un respiro en la escritura. «Me gustaría escribir sobre la transición en Cangas, pero está la cosa aún muy caliente y puede que me haya quedado sin muchas ganas de hablar de política. Creo que voy a esperar 20 años más. Cuando tenga 98 igual me pongo con ello», comenta risueño.