Castropol,

T. CASCUDO

«Por noticias recibidas en estos días se da por hecho que el monumento al heroico Villamil podrá ser inaugurado en el próximo mes de julio coincidiendo con la festividad del patrono Santiago y con la inauguración del Casino». Así avanzaba el histórico periódico «Castropol» los preparativos para la colocación de la estatua que preside el parque Vicente Loriente, en julio de 1911. Estos acontecimientos -que se vivieron como un homenaje patriótico al marino Fernando Villamil- cumplen este mes su primer centenario y el Ayuntamiento y los vecinos quieren celebrar la efeméride por todo lo alto.

Como bien explica el desaparecido periódico castropolense, este verano se cumple el centenario de la colocación de la estatua, de la reforma del teatro-casino y también de la remodelación del propio parque. No obstante, cuando se inauguraron estos elementos, el espacio verde aún se denominaba parque de Alfonso XIII. Fue, precisamente, este rey quien concedió a Vicente Loriente la Gran Cruz del Mérito Naval por su impulso a la colocación de la estatua. Loriente contribuyó de forma notable a la financiación de la estatua, para la cual se abrió una suscripción popular encabezada por la reina regente María Cristina de Borbón-Dos Sicilias (madre de Alfonso XIII). que aportó 1.000 pesetas.

La Gran Cruz del Mérito Naval es la condecoración más alta que la Marina puede conceder a un civil, lo que orgulleció al pueblo castropolense, que después decidió rebautizar el parque con su nombre.

El espacio sobre el que hoy se erige el parque Vicente Loriente existe, al menos, desde el siglo XIV. Entonces se conocía con el nombre de Campo del Tablao y era un espacio verde donde se celebraban asambleas vecinales y en el cual se tomaban importantes decisiones. En el siglo XVI se expropió terreno para aumentar su tamaño y ya en el siglo XIX quedó definida la configuración actual del parque.

Volviendo a los actos inaugurales, huelga decir que la inauguración fue uno de los eventos de más alto nivel celebrados en la época. No en vano, contó con notables personalidades que quisieron rendir un último homenaje al ilustre castropolense -natural de la aldea hoy tapiega de Serantes, que en su época formaba parte del concejo de Castropol-, que falleció en julio de 1898 en la guerra de Cuba. Si por algo fue conocido Villamil fue por ser el artífice del destructor «Nautilus», un barco de guerra acorazado, muy rápido y manejable, que construyó para la Armada.

Siguiendo los números del periódico «Castropol» -que publicó en 1912 un amplio número especial sobre los actos, que se reeditará ahora con motivo del centenario- es posible reconstruir los hechos y saber cosas como que en junio llegaron a Castropol las piezas de bronce que iban a constituir el monumento, diseño del escultor asturiano Cipriano Folgueras.

Las primeras críticas fueron buenas: «La corrección en el dibujo de las figuras que forman los dos grupos principales y lo esmerado de la fundición nada dejan que desear, por lo que merecerá, seguramente, los elogios de los inteligentes en el arte escultórico».

Pero no sólo la prensa comarcal se hizo eco de la inauguración; también los periódicos de tirada nacional, como «El Liberal», se ocuparon de ella y se deshicieron en elogios hacia el marino: «Villamil fue uno de los mayores patriotas del siglo XIX. Pensador e innovador como un sabio, resuelto y valeroso como un héroe, despreciador de la vida como un estoico. Desde el principio hasta el fin de su carrera estuvo dispuesto al sacrificio, a sabiendas de que éste no habría de ser agradecido ni tal vez notado». Denominador común de la mayoría de las crónicas fue un tono crítico con el escaso reconocimiento que había recibido Villamil tras su muerte.

Entre las personalidades que esos días visitaron Castropol figuran el contralmirante Alonso Morgado; el gobernador militar de la provincia, Francisco Brualla; el gobernador civil de la provincia, Francisco Roncalés; el rector de la Universidad, Fermín Canella; los diputados Ramón Asenjo y José Ochoa; los alcaldes de Ferrol, Emilio Antón, de Tapia, Ramón Villamil, y de Ribadeo, Emilio García; el oficial mayor del Congreso, Antonio Gamoneda, y las autoridades locales.

La inauguración salió adelante con «el esplendor» esperado, según detalla el «Castropol» en su número del 30 de julio. Incluso la Marina envió al puerto de Figueras dos buques: el «Río de la Plata», con la banda de infantería marina de Ferrol, y el «Doña María de Molina». Y, en ellos, dice el periódico, «la brillante representación de su oficialidad». El primero vino capitaneado por Julio Pérez Perera y, el segundo, por Salvador Buhigas. Ambos atracaron en Figueras el día 23 de julio de 1911.

Los actos comenzaron el 23 de julio y se prolongaron hasta el día 26; el día 24 tuvo lugar el evento central: el banquete en la primera planta del teatro-casino, inaugurado en la víspera. Durante esos días hubo fuegos en la zona de la ría y el párroco Inocencio Cotarelo ofició una misa en honor al marino. Después de la misa, el día 25, se descubrió la estatua en el que fue el acto «más emocionante de estos días inolvidables», tal como recoge el periódico «Castropol».