La Espina (Salas),

Lorena VALDÉS

«¿En este pueblo hay taxi?». Esta fue la pregunta que Tomás Rodríguez Villar, el hombre al que busca la Guardia Civil desde hace un mes por los montes de La Llaneza (Tineo) tras la muerte violenta de su hermano Manuel, le hizo el pasado viernes a la camarera Raquel Parrondo, en el bar París, de La Espina (Salas). «Tomasín» abandonó por unas horas el refugio que frecuenta en la zona de la sierra de La Pereda para hacer la compra en esta localidad, concretamente en el supermercado El Cruce, donde no le reconocieron, ya que era la primera vez que visitaba la tienda.

El hombre llenó varias veces el carrito con quesos, embutidos, latas de conserva y arroz, entre otros alimentos, y pagó, por tandas, con billetes de 50 euros, que la propietaria confirmó que no eran falsos. En total, «Tomasín» se gastó más de cien euros. Con víveres para aproximadamente un mes, el huido, «con aspecto aseado y que se mostró muy amable, educado y tranquilo», según los testigos, regresó en taxi a La Llaneza. Tras pasearse por La Espina a plena luz del día sin temor a ser descubierto, los agentes continúan la búsqueda del fugitivo que, tras hacerse con provisiones, no se ha vuelto a dejar ver.

Raquel Parrondo fue una de las pocas personas que el pasado viernes reconoció a Tomás Rodríguez y tuvo la oportunidad de hablar con él durante su tarde de compras por La Espina. «Le vi entrar al bar y supe que era él porque se parece mucho a su hermano Manuel. Me preguntó donde podía localizar un taxi y le indiqué que, en esta misma calle en la carretera general, vivía el único taxista de La Espina. Antes de marchar me dijo que si debía algo», explica la camarera, a quien le costó que el resto de clientes que pasaron por el local en las horas posteriores dieran crédito a su encuentro con el prófugo.

En su paseo por la calle más concurrida y comercial de la localidad salense, Tomás Rodríguez, que vestía una forro polar de color oscuro y lucía su barba perfectamente recortada, entró también en el bar Covadonga para interesarse por cuál era el portal exacto donde vivía el taxista. En este establecimiento, «Tomasín» también se mostró muy cortés y nuevamente preguntó si se debía algo.

Tras encontrar al taxista, sobre las cinco de la tarde, en el lugar indicado, y no tener inconveniente alguno en darle sus datos, el ganadero recogió las bolsas que había dejado en el supermercado y se dirigió con su abultada compra en taxi de vuelta a La Llaneza.

Al llegar a la aldea, Tomás Rodríguez, que evitó encontrarse con sus vecinos, se bajó del vehículo y se dirigió en dirección al monte en el que lleva años viviendo como un ermitaño y sin apenas contacto con la gente que le rodea, incluida su familia. Rápidamente, el taxista, que ya se había percatado de la identidad de su cliente, le grabó en vídeo con su teléfono móvil mientras se alejaba camino de su refugio y a continuación dio parte de lo sucedido.

Poco tiempo después, una patrulla de la Guardia Civil inspeccionó la cabaña en la que vivía Tomás Rodríguez y donde apareció su hermano mayor muerto, cubierto de sangre y con un golpe en la cabeza, así como los alrededores de la misma sin encontrar rastro alguno de «Tomasín» ni de su escondite.

La Guardia Civil, que continúa la búsqueda del ganadero, ya ha tomado declaración tanto al taxista como a la propietaria del supermercado de La Espina.