Belén de la Montaña (Valdés),

A. M. SERRANO

Emilio Feito mira cada día por el taller que le dejó su padre, que no piensa dejar de lado tras casi 70 años de trabajo. Feito, uno de los madreñeros más conocidos en el gremio en el Occidente, rema contra la crisis y las pocas ventas. Ahora lucha por reinventarse y participa en cursos y talleres en los que da a conocer un oficio que casi se extingue. Despierta elogios, pero también maneja poco margen de beneficios. A él parece no importarle.

Este valdesano empezó a hacer madreñas, el calzado típico asturiano para evitar la lluvia y la humedad, cuando tenía 14 años. «Antes toda la familia tenía una madreñas en casa», asegura, «y era un buen negocio». Con el paso de los años y el despoblamiento de las zonas rurales ya el padre de Emilio vio descender las ventas. Su hijo se plantea hacer este calzado típico asturiano como objeto decorativo y tiene tiempo para innovar. Su último diseño son unas madreñas con un diseño moderno que Emilio Feito todavía no ha logrado sacar al mercado. Pero no duda que lo hará. Cada miércoles expone su trabajo en el mercado semanal de Luarca, donde «todavía se vende algún par». Pero pocos. Dice Emilio que este trabajo ya es de nostálgicos, y él mismo añora cuando fabricaba cuatro y cinco pares de madreñas diarias. La situación ha cambiado. No hay tanta necesidad: «Si tengo tiempo, hago sólo un par, pero empiezo a hacer cosas nuevas, como pequeñas madreñas de recuerdo».

Lo que permanece casi ajeno al paso del tiempo es su taller. Se encuentra en Belén de la Montaña, un enclave rural del interior del concejo de Valdés. Emilio Feito sigue utilizando los mismos utensilios de antaño para hacer las madreñas y tiene la misma destreza para convertir en calzado un taco de madera.

Él es uno de los testigos del abandono del mundo rural y también de sus oficios, aunque vio resurgir su negocio hace una década, cuando empezó a ser preocupación la pérdida de las costumbres y oficios tradicionales de Asturias. Él dice que este movimiento ha servido de mucho, pero también que no hay jóvenes que quieran dedicarse a este oficio. Trata de enseñar a los más cercanos para que al menos en el futuro podamos ver madreñas hechas en los pueblos asturianos. Una tarea no escrita en la que Emilio Feito lleva casi setenta años trabajando.