Coordinadora del Contrato-Programa por una Nueva Educación del colegio Alejandro Casona de Cangas

Cangas del Narcea, Pepe RODRÍGUEZ

Nélida Zaitegi de Miguel lo ha sido todo en el mundo de la educación, desde los pasos más básicos de la enseñanza hasta ser parte responsable de la política educativa del Gobierno vasco durante 14 años. En su currículum se incluye el puesto de directora de la revista «Organización y Gestión Educativa», el de vicepresidenta del programa «Convives» y el de miembro del Consejo de Innovación Social de Innobasque. Ahora es la coordinadora de la aplicación del Contrato-Programa que varios centros de toda España, nueve de ellos en Asturias, entre ellos el Alejandro Casona de Cangas del Narcea, están intentando aplicar para cambiar la educación.

-¿Cómo se consigue hacer una escuela mejor?

-Preguntando a los niños. Siempre lo digo: hay que preguntar a los niños. Qué les gusta más, qué les gusta menos, qué es lo más interesante. Sólo hay que dejarles hablar para darse cuenta de que cosas pueden estar fallando y cuáles son más interesantes. Lo acabo de hacer ahora mismo y no sabes las cosas que dicen de sus maestros, por ejemplo.

-¿Los niños actuales quieren a sus maestros?

-No te imaginas. Dicen cosas preciosas.

-¿Y eso es común en todos los sitios?

-Sí, claro. Viajo por toda España y es algo común, porque los niños son capaces de ver el interés y las cosas bien hechas como nadie.

-¿Por qué, una vez jubilada, se ha metido en este programa?

-Porque mientras yo tenga fuerzas lucharé por cambiar la educación. Yo ayudaré a la gente que busque este cambio, como este Programa-Contrato que busca reestructurar, dar vuelta a la escuela para que todos los chicos y chicas tengan éxito.

-¿A que se refieren con tener éxito?

-Que cada uno dé el máximo de lo que pueda. Esa es la excelencia.

-¿Cómo se consigue?

-Individualizando la educación, viendo que cada crío es diferente. Esa es la primera cosa que un maestro o maestra debe saber, discernir quién de sus alumnos aprende mejor leyendo, quién escuchando y quién hablando. Los niños tienen que hablar muchísimo en la escuela, eso es fundamental.

-¿Es el fin del modelo profesor, pizarra y silencio en clase?

-Absolutamente. Cuando miramos los sistemas educativos que mejor funcionan te das cuenta que el profesor habla cada vez menos. Se trata de construir conocimiento porque la escuela tiene que enseñar a pensar. No vale que la gente sepa, sino que tiene que saber expresarse.

-¿Se puede resumir esta filosofía en saber pensar en vez de saber conocimientos?

-Eso es. Los chavales no son como eran antes; son más despiertos, relacionan mejor las cosas. Se hacen muchas preguntas porque viven en un mundo muy rico, tienen padres de mayor nivel cultural y les oyen, tienen un lenguaje más elaborado. Les llega información infinitamente mayor que hace años porque leen periódicos, ven tele, ven internet, oyen a sus mayores en un nivel que antes no pasaba. Los críos tienen hoy el conocimiento completamente expandido y la escuela ya no es el centro de conocimiento exclusivo que era antes. La escuela tiene que enseñar a ordenar esa información y a construir el conocimiento, enseñar a pensar y tomar decisiones.

-Para llevar a cabo esta reestructuración, ¿bastan los profesores?

-No, es más profundo. Hay que partir de las estructuras escolares, pero además tiene que existir una complicidad con las familias.

-¿Cuál es el mayor reto de la escuela ahora mismo?

-Se trata de formar buenas personas primero, buenos ciduadanos luego y, por último, buenos profesionales. Fíjate en una cosa: el 80% de los trabajos que tendrán estos niños ni siquiera existen hoy en día.

-¿Hay diferencia entre niños rurales y de ciudad?

-Sí, sobre todo en el comportamiento. El entorno social de la zona rural es mucho más tranquilo y regula mucho, pues a todo el mundo le importa todo el mundo. El individualismo de las grandes ciudades fomenta una desregulación tremenda en el comportamiento, muy duro, de algunos críos. Socialmente es más rico y pacífico el entorno de los pueblos.