Castropol,

T. CASCUDO

Casarse ha dejado de ser gratis en Castropol. El Ayuntamiento acaba de estrenar una tasa por cada boda civil que se celebre en el consistorio, algo poco frecuente en los principales concejos de la comarca occidental. De hecho, entre Valdés y Vegadeo sólo este último cuenta ya con una ordenanza similar a la que estrenan los castropolenses.

En Vegadeo cada pareja de novios empadronados en el concejo debe desembolsar 60 euros si quieren una boda civil en el consistorio, un importe que se eleva a 120 euros para las parejas de fuera. Castropol rebaja el precio, aunque también hace diferencia entre vecinos y foráneos: 50 euros para los locales y 100, para los de fuera del concejo.

Tapia está entre los concejos que no cobran pero barajan hacerlo. «El caso es que se incurre en gastos, tienes que abrir el Ayuntamiento, gastar luz?No sería una tasa específica por boda, más bien una de carácter general por utilizar espacios municipales», explica el regidor tapiego, Manuel Jesús González «Cuco». De momento, es sólo un proyecto, por lo que el Consistorio tapiego aún no han pensado el importe que aplicaría.

Son mayoría los concejos que no cobran por las bodas, como El Franco, Coaña, Navia y Valdés. De hecho, en suelo franquino no sólo es gratis casarse, sino que el Ayuntamiento tiene previsto un detalle para los novios. «Les damos un escudo del Ayuntamiento y el bolígrafo con el que firman el acta; es un detalle nada más», explica la regidora, Cecilia Pérez. No se plantea imponer la tasa, salvo que haya un aumento excesivo de peticiones.

En Valdés pasa algo similar a El Franco, ya que casarse es gratuito y, además, invitan a champán. El concejal Balbino Suárez explica que uno de los lugares más demandados para las celebraciones es el campo de La Regalina, en Cadavedo. El Ayuntamiento no pone impedimentos a celebrar allí las bodas y tampoco se plantea cobrar por ello.

En Coaña tampoco recaudan a cuenta del matrimonio, pero tienen el detalle de preparar un brindis con champán para los recién casados. Cuenta la teniente de alcalde, Rosana González, que cada vez son más las bodas civiles que se realizan en el Ayuntamiento. «Aumentaron en los últimos años y es algo que se nota en los concejos de la zona rural», precisa. Explica que cada vez más las bodas civiles emulan a la ceremonia religiosa en cuanto a preparativos: «Hay de todo, pero cada vez se molestan más y preparan el salón con flores, alfombra roja y gaiteros. A veces hay hasta coro y lecturas por parte de los invitados. Eso sí, también hay bodas que se resuelven en cinco minutos en el despacho del Alcalde». Coaña tampoco piensa de momento en cobrar.

Imponer una tasa a los matrimonios es algo que descarta por completo el alcalde de Navia, Ignacio García Palacios: «Mientras yo esté, no pienso cobrar». Aunque entiende que los ayuntamientos establezcan las tasas para reducir gastos, sobre todo cuando se requiere la presencia de un funcionario municipal, Palacios disfruta con estas ceremonias y se desplaza cada vez más a donde soliciten los novios, siempre que esté dentro del concejo. «Ahora se lleva mucho casar en los jardines de los restaurantes y yo lo hago sin problema», comenta.

Precisa el regidor naviego que cada boda tiene algún detalle que la hace especial, como una en la que el novio era vasco y para terminar se entonó el aurrescu. Formaliza anualmente alrededor de veinte matrimonios. «En agosto, muchísimos, suelo tener casi todos los fines de semana ocupados». En sus discursos no suelen faltar al final unos versos del naviego Ramón de Campoamor.