Luarca (Valdés),

A. M. SERRANO

El miércoles de ceniza de Luarca despidió los carnavales con un recuerdo para Iñaki Urdangarín, yerno del Rey, duque de Palma e imputado en un caso de corrupción. El testamento que enterró un año más a doña Sardina incluyó gritos y lloros para la crisis, para los bancos que no prestan dinero, para la situación de desempleo en España y para las corruptelas políticas destapadas en España y que implican a políticos y a un miembro de la Casa Real, algo sin precedentes en la historia del país. A modo del movimiento 15-M, el de los indignados, el desfile del carnaval que despidió las máscaras en Luarca no sólo tuvo jolgorio, también una respuesta social a los hechos que han sacudido el panorama social y político.

El desfile, que duró dos horas, acabo en Marchica, donde los lamentos de las personas vestidas de luto, con la música de la charanga «El Compango», sonaron con más fuerza. Antes, la comitiva se encargó de repartir el anís y las rosquillas, una tradición que Luarca vive desde hace 20 años y que en esta edición tuvo más implicación social que nunca. El testamento de doña Sardina Pez no dejó nada en el tintero. se acordó hasta del capitán del crucero Costa Concoridia, Francesco Schettino, «que abandonó su puesto» y también de todos los políticos que se han implicado en la cosa pública para lucrarse con fondos de todos. «Y hay uno que nos salió muy pillín que se llama Urdangarín», concluyó el testamento. Antes aquellos que vestían de luto entonaban el final de unas frases que también recordaron, a título más cercano, «el microclima que es Valdés en este frío siberiano» y la situacion de Asturias, pendiente de nuevas elecciones nueve meses después de contar los votos de las últimas.