Cudillero, Sara ARIAS

Las mujeres empresarias del medio rural comienzan a romper el techo impuesto por la sociedad tradicional, aunque todavía sufren trabas para demostrar su liderazgo. Así queda reflejado en la segunda investigación del «Estudio sobre el protagonismo público de mujeres y hombres en el medio rural: nuevas realidades y viejos esquemas. Empresa, política y familia», dentro del proyecto de cooperación Igualar y desarrollado por el servicio técnico del Valle Ese-Entrecabos. Con anterioridad, este estudio, sobre las mujeres emprendedoras de Allande, Valdés, Salas y Cudillero, había subrayado las características de las empresas con dirección femenina que las diferenciaban de las dirigidas por hombres.

Para empezar, el estudio apunta que existe una separación vertical denominada techo de cristal, que es la falta de mujeres al mando de las empresas en la zona rural. Implica que aunque haya mayor presencia femenina, los hombres aún tienen más posibilidades de ocupar puestos directivos y, además, con una remuneración más alta. El informe se apoyaban en un reciente estudio de CC OO que afirma que los hombres cobran en Asturias un 23 por ciento más que las mujeres. En el campo se aprecia sobre todo en las empresas de mayor tamaño. Todos los entrevistados, hombres y mujeres, perciben ese techo de cristal y lo achacan a la «falta de tiempo» de las mujeres, por ejemplo.

La legitimación de la autoridad es otro de los aspectos destacables del análisis. Ellas reconocen tener que luchar por «conquistar y conservar el mando, demostrando continuamente su valía», precisan. Pero el proyecto también demuestra fisuras en el techo de cristal. Aunque siguen siendo «casos aislados y escasamente reconocidos, que actúan débilmente como referentes».

En el primer estudio se demostraba que las empresas femeninas, además de ser más pequeñas, se concentran sobre todo en el sector servicios, en torno al 45 por ciento. Según la investigación, eso es debido al «escaso crecimiento del sector primario y el estancamiento del secundario».

La dedicación de las mujeres a este sector implica la ruptura del muro o segregación horizontal. Además de acceder a ocupaciones típicamente masculinas, también atraen a los varones a ámbitos antes solo femeninos, generando un nuevo modelo de reparto de tareas: «Las mujeres rurales están rompiendo lentamente los estereotipos tradicionales», detallan. Poco a poco, pero comienza a verse el signo de la nueva arquitectura empresarial en la zona rural.