Santiago (Valdés), A. M. S.

Después de 24 años repartiendo pan, fue cerca de su casa donde Ana María Pérez se llevó ayer el susto de su vida con la furgoneta. La mujer, empleada en la panadería Villuir, en Valdés, está en carretera a las siete de la mañana para recorrer diariamente 110 kilómetros para entregar el pan. Ayer inició a la hora prevista su recorrido matutino, pero en la primera entrega se despistó y dejó el turismo sin el freno de mano. «Salí a dejar la barra en una casa y cuando me di cuenta el coche iba sin control», explica. Eran las siete y media de la mañana.

Ana María Pérez intentó subirse a la furgoneta de reparto en marcha, pero no tuvo tiempo de maniobrar y hacerse con el control del vehículo, que acabó empotrado contra un poste de la luz. Como resultado, la valdesana quedó atrapada entre el coche y el poste, sin lesiones graves pero sin capacidad de maniobra. Su brazo derecho y su pierna izquierda estaban fuera del coche y el resto del cuerpo dentro.

«Tuve suerte porque tenía el móvil en la mano izquierda y pude llamar», explica. Gracias a eso pudo localizar a su marido, que vio un coche de la Policía Nacional a pocos metros de donde se encontraba, en la localidad de Santiago, cerca del accidente. Los agentes acudieron en auxilio de la repartidora.

Ana María Pérez fue trasladada al hospital comarcal de Jarrio, en Coaña, con heridas leves. Ayer, en su casa de Santiago y horas después del accidente, descansaba del susto, «más que de las lesiones». A partir de ahora, comprobará con más atención si el freno de mano funciona. «No espero otro susto», y menos, ser rescatada por la Policía Nacional, un cuerpo de seguridad que, ayer, por unos momentos, se ocupó de las competencias inicialmente reservadas a otros.