Cudillero, Sara ARIAS

Los hosteleros de Cudillero amanecen todos los días mirando al cielo, suspirando porque continúe la racha de sol de los últimos días, que atrae visitantes y alivia, aunque sea un poco, la crisis económica. La plaza de La Marina no se llena, pero al menos hay ambientillo. El la zona del puerto hay alrededor de diez terrazas, pero no todas están llenas. «Se nota que con el sol la gente se anima más, pero aún así por semana no hay casi gente, solo excursiones de fuera. Cuando más aprovechamos es el fin de semana, que viene gente de Oviedo, Avilés y Gijón», indica Iván García Marqués, uno de los socios del restaurante «Los Arcos».

Sin embargo, García matiza que «crisis en esta época siempre hubo, hasta en el tiempos buenos, porque hasta que no llega la Semana Santa esto no remonta». En temporada alta, la temporada estival y la Pascua, el negocio sale a flote «y esos meses sirven para pagar lo que tienes pendiente del invierno», detalla García.

Aunque el sol anima un poco a los turistas a comer fuera, los hosteleros de la zona del puerto notan un bajón considerable respecto al año pasado. El dueño de «La Taberna del Puerto», Francisco Carragal, así lo pone de manifiesto: «Yo creo que este año está mucho más bajo que en la misma época del año pasado, alrededor de un treinta o cuarenta por ciento menos de negocio».

Con la crisis, rascar el bolso para salir a comer fuera o tomar unos pinchos cuesta más. De hecho, los hosteleros coinciden en señalar el estancamiento del consumo como el mayor problema al que se enfrentan: «entre la crisis y el miedo que le meten a la gente no se está moviendo el consumo», explica Carragal.

Tan mal están las cosas que ahora se comparten las consumiciones. «Mucha gente viene y pide un quinto de cerveza para compartir o parten el pincho a la mitad», comenta Marta Álvarez dueña de otro de los negocios hosteleros de la zona, el bar «Galerna».

Los negocios hosteleros de la plaza de La Marina viven prácticamente del turismo porque, como explican, «antes en Cudillero había más gente, muchos marineros que entraban y salían, pero ahora casi no hay población y la que hay es gente mayor».

La falta de lluvias que ya está causando estragos en el sector agrario es, sin embargo, una bendición para los hosteleros. El sol se convierte en el mejor aliado posible para el negocio. Con las buenas temperaturas las terrazas comienzan a recibir gente y bares y restaurantes respiran frente a la crisis, aunque solo sea un poco.