Porciles (Salas),

Lorena VALDÉS

«¡Ya estuvo más lejos de lo que está!». Isolino Francos mira la carretera recién asfaltada como quien ve un espejismo. A este vecino de Porciles (Salas) le cuesta creer que la primera calzada del tramo Salas-La Espina de la autovía del Suroccidente se inaugure «por fin» en apenas 20 días. «Después de más de tres años de espera, los más viejos ya lo dábamos casi por perdido», confiesa el hombre, que ha visitado casi a diario una obra que ha acumulado cuatro aplazamientos en su puesta en servicio, prevista inicialmente para diciembre de 2008.

Porciles, ubicado al lado de La Espina, donde concluye la autovía del Suroccidente desde Oviedo, ha sido uno de los puntos negros de una infraestructura que por fin ha logrado hacerse camino. Los continuos desprendimientos de tierra de la ladera contigua al trazado exigieron un modificado a finales de 2009, cuando el tramo estaba ya muy avanzado. «En las últimas semanas el ritmo de las obras ha sido tremendo, algo habrá tenido que ver la celebración de las elecciones autonómicas», opina irónico el vecino mientras pasa revista a la calzada. No es el único.

A su lado, el ganadero Julio Peláez atiende a sus vacas preocupado por los accesos a sus fincas. «Las pendientes que nos han dejado son brutales, de un 24% aproximadamente, y bajar con el tractor cargado es un peligro. ¡Nos jugamos el pellejo!», sentencia Peláez. Las obras de la autovía han pasado factura a las vacas de Peláez que han necesitado en varias ocasiones los cuidados del podólogo. «Se les clavaba en las pezuñas cuarcitas y les costaba caminar», añade el ganadero.

A pesar de las dificultades planteadas para atender a sus 34 cabezas de ganado, Peláez celebra la inauguración de un tramo por el que a partir de la cuarta semana de este mes comenzarán a circular los vehículos. «Hace mucha falta que la inauguren porque el tránsito de coches y camiones en esta zona es tremendo. ¡Casi no se puede ni cruzar la carretera!», afirma Isolino Francos.

Casi a punto para su apertura, la calzada, de unos once kilómetros y que ha supuesto una inversión de más de 100 millones de euros, dejará de ser una ruta de caminantes y zona de pasto de ganado para cumplir su función de acortar distancias entre el Suroccidente y el centro del Principado. «Han puesto una valla para que impedir el acceso de los animales a la vía. ¡Si no, vaya peligro si salta una vaca a la autovía!», bromean los vecinos de Porciles.

El escepticismo ha dado paso a la esperanza en el concejo salense. «¡Ahora sí que vamos a ver esta calzada terminada», concluye Francos. Las curvas de La Espina tienen los días contados, aunque el puerto seguirá ahí para los nostálgicos.