Navia, A. M. SERRANO

Trabajaron en el proyecto desde octubre, tutelados por un profesor de Tecnología y con la meta de ser campeones del tornero nacional de la «First Lego League». No lograron ser los primeros, pero subieron de igual modo al podio: cinco alumnos del colegio Santo Domingo de Navia y dos del instituto Galileo Galilei (los últimos ex alumnos del centro) se alzaron el pasado domingo con el segundo premio de este concurso, que consiste en el diseño de un robot. Eso sí, se les puede considerar campeones de la solidaridad, porque su máquina está pensada para conservar la leche materna y trasladarla a niños enfermos.

La competición consiste en poner a prueba la capacidad de los alumnos en cuestión de robótica e investigación. «Al principio no lo creíamos», explica Luis Goitisolo, uno de los participantes, al recordar que competían con 34 proyectos de toda España. Luis ha descubierto algunas de sus habilidades y ha puesto a prueba su capacidad de trabajar en equipo. Uno de sus compañeros, Fernando García, lo resume: «Casi todos queremos ser ingenieros y este es un primer proyecto». En la sala donde trabajan, en el colegio Santo Domingo, todavía se encuentra su maqueta de robot.

El equipo trabajó durante el curso pasado en una iniciativa similar. Este curso, desde octubre, se pasaron «tarde enteras» para proponer este diseño de robot, capaz de superar problemas y vincularlo con un proyecto científico de mayores dimensiones. Rebeca Peláez, Christian Lanza, Daniel Fernández, Fernando García, Luis Goitisolo, Iván Larriety y Arturo Fernández lograron dar forma a la idea, aunque para ello tuvieron que sudar. Fue necesario consultar a las empresas de la comarca y a diferentes expertos, obterner datos a través de internet y también pasarse horas ordenando piezas Lego para dar rumbo al proyecto robótico. «Después de muchas tardes perdidas, llegamos a una propuesta», explica Luis Goitisolo.

La propuesta fue la creación de una fábrica de procesado de leche a través de un proceso de liofilización. «Las madres de la zona donan parte de su leche y a través de un proceso como de conservación se distribuye entre los niños huérfanos, con Sida o con distintos problemas de salud», explica Arturo Fernández.

Además de aprender, los alumnos han disfrutado de «una experiencia muy buena». Ahora tendrán que visitar una sede por decidir, Estados Unidos o Alemania, para participar en las finales. Y allí volverán a reunirse en torno a una mesa para accionar su robot y dar voz a su proyecto solidario.