Un ciruelo florido, un sol que asoma anunciando otro día espléndido. Y, también, un cierto olor a chamusquina, de fuegos no lejanos a estos valles. Es jornada de huelga. Y, desde aquí, ninguna referencia está a la vista, ni siquiera la del periódico que hoy no llegó. Fumareda. Incendios sofocados que dejan su presencia olfativa en el aire. Y no puedo no pensar en las fumatas blancas que se anuncian para los próximos días en torno a pactos de gobierno que las circunstancias demandan que no tarden mucho. Fragmentación en el Parlamento llariego y, al mismo tiempo, dos «bloques», igualados: izquierda de siglas por un lado, y derechas puras y duras por el otro, con un invitado que pasaba por aquí y se quedó y que, según parece, lo puede decidir todo. Así pues, estamos a la espera de fumata blanca, mientras la fumareda nos envuelve en olor a chamusquina. Algunas metáforas arraigan aquí con la misma espontaneidad que los felechos, pero además pretenden enraizar. ¡Qué cosas!