Es noticia la venta de la última obra realizada por Ives Klein en 40 millones de dólares. En una de sus intervenciones más sonadas, el artista francés tiró al Sena 160 gramos de oro recibidos a cambio de una Zona de Sensibilidad Pictórica Inmaterial, que en román paladino se traduce como un espacio vacío dentro de una galería. No creo que la intención de la empresa minera que probablemente explotará el entorno de Salave sea deshacerse del oro extraído en un acto contracultural y reivindicativo, y mucho menos la de los que pululan a su alrededor para sacar tajada, pero sí la de vender las bondades de dejar a cambio un territorio vacío y muerto tras su paso. Sólo nos queda invocar con Klein a la santa de su devoción: «Santa Rita de Casia, yo te pido que intercedas antes Dios Padre Todopoderoso para que me concedas siempre, en el nombre de Cristo y de la Santa Virgen, la gracia de habitar mis obras y que sean cada vez más bellas...». Amén.