Puente de San Martín (Belmonte)

Sara ARIAS

Con unos profundos ojos grises llenos de ilusión aterrizó Emilia Paraska Simoniac en Asturias hace casi siete años. Esta joven rumana de 26 años llegó en principio para quedarse a vivir y trabajar en Grado, donde tiene familia, pero el destino quiso llevarla a Puente de San Martín, en Belmonte, de donde parece que ya nadie la va a sacar.

Solo tuvo que cruzar el puente que pasa por encima del río Pigüeña para toparse con la casa que ha sido su hogar durante los últimos años. Dentro la esperaba Ramona García Vergara, una mujer de avanzada edad que necesitaba una persona para ayudarla en casa, a causa de una parálisis que había sufrido. «Cuando llegó me ayudó mucho, yo no podía casi ni moverme y mira ahora, para mí es como una nieta», afirma García.

Simoniac recuerda con dureza la llegada a Grado. A pesar de que vino con su hermana, el principio fue muy duro: «Llegamos a llorar y llorar por las noches en la cama, preguntándonos por qué habíamos venido, pero al final nos quedamos las dos», comenta sonriendo. La aventura que emprendieron ambas hermanas desde Arad, en Rumanía, iba a durar en principio tan solo un mes. Luego la vida hizo que Emilia sea una belmontina más. Sobre todo, se considera de Puente de San Martín: «hay buen ambiente y me acogieron muy bien, soy muy feliz aquí», asegura.

Todo expresado en un perfecto español, casi mejor que el de muchos nativos. La corrección en la pronunciación es impactante en Simoniac. El dominio de la lengua se debe a que está en constante contacto con la gente del pueblo, donde además es muy querida. También habla asturiano; de hecho, muchas de las palabras o expresiones coloquiales las realiza así porque, como ella misma explica, «lo digo como lo oigo».

Simoniac participa activamente en la vida social y cultural del concejo. Realiza todo tipo de cursillos que se ofertan en Belmonte, y a día de hoy va a clases de manualidades y cocina. Además, está en el grupo de teatro del municipio, un conjunto de aficionados que ya han estrenado obras en distintos puntos de Asturias, lo que genera una enorme satisfacción en la joven, que se refleja en su clara sonrisa.

Simoniac opina que se ha integrado por completo porque «hay que abrirse a la gente y comunicarse para mostrar cómo es uno mismo, es la forma de que te conozcan y te quieran». También está en el grupo que denomina «las chicas del parchís», del que es la más joven. El resto de competidoras va desde los 40 a los 80 años.

Lo que más le gusta de Belmonte son «los paisajes tan bonitos», pero confiesa que otro de los secretos que la mantienen en el concejo es la gastronomía, «porque aquí se come muy bien», explica. Aunque no todo van a ser flores. Si pudiera cambiaría algunas cosas, por eso pide que alguien haga algo de una vez con la conexión a Internet: «aquí no llega la línea y me gusta mucho por las noches conectarme para hablar con mi familia y los amigos del instituto que dejé en Rumanía».

Otra de las cosas que adora de Belmonte son las fiestas de prao, donde asegura que se lo pasa muy bien. «Esas fiestas son muy grandes, en mi pueblo no se hacen cosas así», detalla. Ahí es donde conoce a mucha gente, sobre todo de su edad, y Emilia confiesa que no descarta enamorarse de un belmontino y quedarse a vivir allí para siempre. «Pero tiene que hacerme tilín, si no nada», matiza.

Aunque no descarta volver algún día a Rumanía, de momento su sitio está aquí, en Puente de San Martín.