Cangas del Narcea,

Pepe RODRÍGUEZ

La familia de Jorge Arbas siempre fue ferreira, así que tiene toda la lógica del mundo que sea el dueño de una carpintería metálica en el polígono industrial de Cangas del Narcea. Lo que no sabía él es que, además de heredar un oficio, también poseía una pasión artística, que le fue llevando a moldear la materia prima de su trabajo hasta crear esculturas.

Hace unos años, Arbas se puso a trabajar en la elaboración de una pieza de metal con la que pretendía rendir homenaje a su profesión y a sus ancestros. Cuenta que empezó como por casualidad y le fue atrapando el gusto por la creación hasta que terminó la pieza. Estima que le habrá dedicado unas 600 horas. Ahora, cuando la mira, se siente muy orgulloso.

La escultura de homenaje al ferreiro está hecha con 386 kilos de chapa de 2 milímetros de espesor. El acabado tiene una capa de barniz transparente de poliuretano, «porque me gusta el color del hierro», afirma. «Hice varias pruebas, pero al final decidí que lo más adecuado era que tuviese el color del hierro», añade.

Cuenta Jorge que «al principio me animaba mucho pensar que me iba a presentar a alguna exposición pero, con la crisis, ahora no pagan mucho en casi ningún sitio y en las bases tienes que firmar que se quedan con la escultura, así que al final no la presentaré. No sé que haré con ella, de momento se queda aquí», manifiesta.

Arbas está sorprendido por el interés que ha despertado su obra, pues los curiosos no dejan de pasar por su nave en el polígono para ver el homenaje al ferreiro. «Es algo que anima a seguir en este mundillo, ver que a la gente le gusta mucho», comenta.

A la escultura no le falta un detalle: del cigarrillo a medio caer en los labios del ferreiro a la libreta para apuntar los encargos en los bolsillos, pasando por el metro para medir. Y, para mayor sorpresa, tiene un pequeño motor que hace que mueva su brazo derecho y golpee el metal sobre el yunque.

El artista del hierro cangués ya tiene pensada su nueva escultura pero, a pesar de ser nuevo en el mundo del arte, ya atesora las manías de los grandes creadores y prefiere no hacer público el objeto, o sujeto, que representará.