La Riera (Somiedo),

Sara ARIAS

Un mar de lágrimas y desesperación recorría el alma de Elisa Menéndez ayer por la mañana. La anciana no paró de llorar pensando en todo lo que había trabajado para conseguir su casa de La Riera, en Somiedo. Un incendio producido en la chimenea durante la madrugada derrumbó parte del tejado, quemó todo el desván y produjo destrozos en una de las habitaciones. «Esto es una desgracia con lo que me costó sacarla adelante, todo lo que yo trabajé, vale más morirse que verlo ahora todo destrozado», se lamentó Menéndez.

Eran las tres de la mañana cuando unos golpes y chillidos despertaron a su vecino, José Antonio Álvarez Nieto. Alarmado, se asomó a la ventana y vio a la mujer pedir auxilio descalza al grito de «¡fuego fuego!. Iba para arriba y para abajo dando voces».

Inmediatamente dio el aviso y sin pensárselo dos veces cogió una manguera de casa con la que retuvo el avance del fuego mientras esperaban que los bomberos de Grado y Pravia llegasen a La Riera. También apareció la motobomba del Ayuntamiento de Somiedo, que aligeró el trabajo de extinción. Su esposa, Mari Carmen Cano, recuerda impresionada el avance del fuego: «Salían unas llamaradas enormes y con el viento... Hubieran quemado todas las casas».

En la vivienda también estaba su nieto, David Álvarez, pero tardó en despertarse, lo que a Menéndez la puso aún más nerviosa.

«Yo estaba dando golpes en la puerta y nada. Miraba para la puerta del desván, que tiene cristal, y veía las llamas, pensé que moríamos ahí los dos juntos», explicó la mujer aún con el susto en el cuerpo.

Durante las labores de extinción, antes de que llegaran los bomberos, hacia las cuatro de la mañana, la desesperación de la mujer al ver su casa arder hizo que intentase en varias ocasiones introducirse en la casa, pero por suerte los vecinos la pararon. «Ella estaba empeñada en entrar la pobre, viendo arder la casa, pero ¿a qué iba a entrar?, ¿a qué? ¿a matarse?», dijo Cano.

Las llamas también afectaron al botiquín farmacéutico de La Riera, instalado en los bajos de la casa. Los vecinos sacaron todo lo que pudieron del interior para evitar que el agua de la extinción, que se colaba por las ranuras del techo, estropease las medicinas.

Hasta dos cubas de agua emplearon los efectivos de bomberos desplazados en La Riera para extinguir el fuego. El fuerte viento que azota la región en estos días ayudó a que las llamas cogiesen fuerza. Además, la estructura de la vivienda, con vigas de madera, hicieron que «ardiese como la gasolina», detalló el vecino. Otro de los factores que favorecieron al fuego fue la cantidad de objetos que Menéndez guardaba en el desván, la zona afectada por las llamas.

Los vecinos de La Riera reclaman ahora que se instale un parque de bomberos en Belmonte o Pola de Somiedo porque «tardan una hora en llegar a aquí, y si no llega a ser por nosotros y la motobomba del Ayuntamiento arden todas las casas».

Por suerte no hubo que lamentar heridos o una desgracia aún mayor. Pero a Elisa Menéndez nadie le quita ni el susto, ni el disgusto.