Luarca (Valdés),

A. M. SERRANO

Al faro de Luarca y su entorno le quedan pocos meses para afrontar un de sus cambios más decisivos. El Ayuntamiento de Valdés ha dado luz verde para que se construya un restaurante en la antigua casa del farero. Un proyecto de la Autoridad Portuaria de Avilés, propietaria de las instalaciones, que pretende convertirse en un revulsivo para el turismo que visita la Villa Blanca. Como anticipo, la pasada semana se iniciaron unas reformas en la zona, todavía tímidas si se tiene en cuenta el proyecto que comparten Valdés y Avilés.

El faro fue construido en 1895 y es uno de los vestigios de la historia de los mareantes de la capital valdesana, dando fe de su pasado y presente marinero. Su situación es privilegiada, ya que se encuentra en la conocida como punta Focicón, justo al lado de la capilla de La Atalaya, donde descansa el Cristo del Buen Nazareno. El conjunto no tiene igual en toda la franja noroccidental. Recuperar este faro urbano y la vivienda casi anexa es una vieja aspiración local que nunca se materializó en papel y que según el gobierno local podría empezar a tener forma este mismo año.

La idea es hacer de este conjunto «algo productivo» y evitar el abandono y el deterioro de las instalaciones, cada vez más presente. La torre, de cinco metros de alto y con una caída de 54 metros hasta el mar, es la que menos reformas afrontará. Lo principal es recuperar la vieja casa del farero y adecuar el entorno para que esté a la altura.

Hoy el acceso al faro sólo se puede realizar a pie. La idea, cuando se desarrolle el restaurante, es habilitar un pequeño aparcamiento, siempre en función de la disponibilidad del espacio. El conjunto se completaría con un mirador, una obra que ya se inició hace unos días.

Para el gobierno local, las obras suponen continuar con la historia del faro luarqués. En Valdés hay otro, el del cabo de Busto, cuya casa anexa sí está habitada, al menos, de momento. La Autoridad Portuaria de Avilés quiere que éste sea el primer faro en cambiar de destino, pero aspira a extender esta reforma a todos los de franja noroccidental. Todavía funcionan, pero centralizados.

El faro sigue siendo luz y guía para los pescadores. Según los documentos que guarda Valdés, en los siglos XVI y XVII la instalación ayudó a proteger la villa de los ataques de Francia e Inglaterra. Y cerca se construyó el primer barrio de Luarca, el pesquero. La torre emite tres ocultaciones cada quince segundos, con potencia suficiente para dar señales a 20 millas. Este proceso, eléctrico desde 1949, no vería alterada su función con las obras. Según el gobierno valdesano, sólo se trabajará en el entorno y en la casa del farero, mientras la torre continúa desarrollando su papel.

El Ayuntamiento, bajo la tutela de la Dirección General de Puertos y de la Autoridad Portuaria de Avilés, espera la organización de un concurso de ideas para desarrollar el proyecto. A través de esta fórmula se diseñaría el esperado restaurante, que pasaría a tener una de las vistas más privilegiadas de la costa noroccidental.