Se acabaron los fondos, los mineros y los demás. Nos quedan unas columnas sin autovía que claman al cielo alzando sus manos vacías y un parador en Corias, parado como muchos millones de españoles. Dicen que no hay dinero y nos dejan morir a mengua. Dicen que hay que hacer sacrificios y exprimen a los trabajadores, a los que ya han robado casi todo, y dejan que disfruten los mangantes que se lo llevaron. Nuestra pobre piel de toro está martirizada por miles de garrapatas que chupan sin cesar y no se recuperará mientras no nos deshagamos de ellas. Podemos quedarnos en casa, pero irán allí a desangrarnos. Podemos decir que, si quitamos estas, vendrán otras, pero estas son veteranas, gordas y nos están matando y las otras, si entra alguna, serán novatas y primero tendrán que agarrarse y aprender a chupar. Podemos, en fin, buscar miles de excusas para no hacer nada, pero, al final, sólo habrá dos opciones: o nosotros acabamos con ellas o ellas acaban con nosotros.