Venancio Blanco Andrés (La Riera -Cangas de Onís-, 1927) ya tiene calle en Tineo. Muchos se pueden preguntar quién es Venancio y se les podría contestar que el presidente del Club Tinetense Residencia Asturiana de Buenos Aires. Y dicho eso nos quedaríamos cortos, muy cortos.

Permítanme una breve pincelada de su vida, que corre paralela a la del Club Tinentense.

Venancio salió de España en 1953 y se dirigió a Brasil, donde vivió hasta 1958, fecha en la que se trasladó a Argentina, en donde vive desde entonces.

Los años fueron pasando y muchos asturianos se encontraron en situaciones personales difíciles, sobre todo los más mayores. Ante la falta de cobertura social y sanitaria por parte del Gobierno argentino, Venancio Blanco y un grupo de emigrantes deciden hacer algo y cuaja la idea de crear una residencia de ancianos. La base de tal proyecto es el Club Tinetense, fundado allá por 1932, y la Residencia Asturiana, puesta en marcha en 1983, que ya desde su creación tenía por objetivo el cuidado de unos pocos asturianos más pudientes. El empuje de estos emigrantes logró fusionar ambas instituciones y el 12 de febrero de 1996 se inaugura la actual residencia de ancianos que cuenta casi cien residentes. Las tres plantas del edificio tienen una capacidad para 114 personas. Ahora andan con los trámites burocráticos para inaugurar unos apartamentos para matrimonios ancianos.

El Club Tinetense Residencia Asturiana fue galardonado con el Premio INSERSO 93 y recibió la Medalla de Oro de la Emigración en el año 2003. Blanco ha sido distinguido con la Cruz de Caballero de la Orden del Mérito Civil en 1996; la Medalla de Oro de la Emigración en el año 2003; el premio «Carabela 2008» concedido por la Federación Internacional de Centros Asturianos (FICA) y en 2008 recibió la Medalla de Plata de Asturias.

Este pequeño repaso a su trayectoria tampoco nos explicará quién es Venancio. Para entender su dimensión humana, y la del proyecto que él encabeza, hay que verlo en Buenos Aires. Tuve la fortuna de asistir, hace unos años, a la celebración de una fiesta de carácter anual que tiene lugar en el Club Tinetense y que denominan «La Fabadona». Realmente es la degustación de una fabada a la que asisten emigrantes tinetenses, asturianos y españoles de muchos rincones de Argentina. Allí pude conversar con gentes llegadas expresamente de Rosario o de Mar de Plata para asistir a ese acto. Los comensales andan alredor de los 800, que abarrotan hasta los pasillos de la residencia. Y, lo más importante, todos y cada uno de ellos quiere saludar y besar a Venancio. No hay nadie que no pregunte por él. Sencillamente le quieren, aprecian y respetan.

A los que llegamos de la tierrina no dejaron de ensalzarnos su labor y su honradez. Todo son buenas palabras. Les aseguro que a muchos se les humedecían los ojos hablando de Venancio.

La trascendencia de lo allí realizado alcanza toda su dimensión cuando se está a 11.000 kilómetros de casa y todos y cada uno de los españoles que allí viven saben que, si el infortunio les alcanza, allí está el Club Tinetense Residencia Asturiana.

Un año más, Venancio viene a Asturias a recordar a la clase política que necesitan colaboración y apoyo para continuar con este proyecto. Lo hace él, a sus 85 años, a pesar de que ya tiene que apoyarse en un bastón y el parkinson le hace la puñeta, pero aquí está. Ante su trayectoria vital, solo puedo sumarme al sentir de tanto español en Argentina y decir: gracias Venancio por ser como eres.