Los últimos mandatos del anterior regidor salense no dan pie al elogio: desde la forma en que encajaba las críticas hasta su desmedida tendencia al autobombo, la pedantería y las promesas que quedaron en humo, cuando no en escombreras. Con el relevo en la Alcaldía, cabía esperar una nueva etapa que hiciese más respirable la vida pública municipal, porque no era fácil imaginarse en qué podía empeorar. De hecho, el actual primer edil no tardó en hablar públicamente de la bancarrota de las finanzas del concejo. A estas alturas, el goteo de supuestos episodios escandalosos continúa. Me pregunto a qué espera el señor Hidalgo para solicitar una auditoría que aclare el estado de las cuentas y que, de una vez, permita al actual gobierno salense poner en marcha su programa para el municipio. ¿Es consciente don Sergio de que gobernar no consiste en instalarse en la queja, sino en plantear proyectos y ejecutarlos? Lo que toca, señor Hidalgo, es clarificar y pasar página, con propuestas para el presente y el futuro del concejo.