Figueras (Castropol),

T. CASCUDO

«Hoy podemos decir con todo orgullo que Figueras es la capital de Asturias, la sede de la suprema representación de los ciudadanos de Asturias y el crisol donde se forje espíritu renovado de servicio y dedicación al bien público». Con estas emocionadas palabras, el portavoz del colectivo «Amigos de la Historia» de Figueras, Fernando García, dio la bienvenida a la Junta General del Principado, que 200 años después regresó a la villa figueirense. El acto sirvió para reconocer su papel, junto a otra veintena de localidades asturianas y también dos gallegas y una de León, en la protección y defensa del Parlamento frente a las tropas napoleónicas que invadieron el país durante la Guerra de la Independencia.

La Mesa de la Cámara se constituyó nuevamente en Figueras para recordar los hechos históricos vividos entre 1809 y 1812 (fecha del fin de la guerra en suelo asturiano), cuando itineró por varios pueblos asturianos. El presidente de la Junta, Pedro Sanjurjo, destacó el papel de los pueblos que protegieron a la institución asturiana para «evitar que cayera en manos enemigas y preservar la legitimidad y dignidad de los representantes de los concejos asturianos». Y no olvidó a los municipios que no pudieron acoger a la Junta por verse asediados por las tropas enemigas: «Como en toda guerra hubo esfuerzos y sufrimientos para todos los concejos, especialmente para quienes tuvieron que soportar la presencia de las tropas, los enfrentamientos bélicos y los impuestos y recaudaciones. Por tanto, hay que agradecer su solidaridad y su contribución a la defensa del territorio asturiano».

Sanjurjo hizo hincapié también en «la contribución del pueblo asturiano a la configuración del primer impulso liberal y representativo de la historia de España», que dio lugar a la aprobación, hace doscientos años, de la Constitución de Cádiz de 1812. El presidente del Parlamento aludió al papel de aquella Constitución para sentar las bases del actual régimen democrático y también de los insignes asturianos que pusieron su granito de arena en aquel hito histórico.

Durante unos minutos, Sanjurjo se expresó en la lengua del occidente asturiano (el gallego-asturiano, ya que es natural de Vegadeo) para abogar por la unión nacional: «Las señas de identidad de los pueblos no pueden ni deben ser motivo de separación, sino de unión para componer sociedades más abiertas y amplias que permitan asegurar nuestro futuro». Sanjurjo indicó, en clara alusión -aunque sin mención expresa- a los planes independentistas del Gobierno catalán, que «el populismo identitario conduce a enfrentamientos estériles». En este sentido, destacó que los asturianos siempre han sabido entender y contribuir al «proyecto colectivo nacional». Por último, apeló a la unión y el consenso de las fuerzas políticas para fortalecer los lazos de unión de la ciudadanía y encontrar una salida conjunta a la crisis.

Los miembros de la Cámara entregaron a los concejos un título conmemorativo de su papel en la historia y después se descubrió una placa en la plaza López Acevedo, muy cerca del lugar donde se cree que en el siglo XIX se celebraron las reuniones de la Junta, durante los 136 días (divididos en varias etapas) que pasó refugiada en la villa figueirense.