Luarca (Valdés),

A. M. SERRANO

Pasaron por sus manos centenares de documentos, todos los que fueron necesarios para desempolvar la historia de un instituto de enseñanza media que hoy tiene su propio libro, el que cuenta su trayectoria con palabras e imágenes. El instituto de Enseñanzas Medias de Luarca ha cumplido cincuenta años y este medio siglo no pasa desapercibido para parte del profesorado. Tres son los autores de un libro que recuerda la historia del antes y el ahora del centro con fotografías, documentos y literatura. Germán Fernández Rodríguez, José Antonio García García y José Antonio Pérez Sánchez acaban de terminar una obra que iniciaron hace un año.

Cincuenta parecen muchos años, pero en realidad son pocos. Asimilamos que la educación siempre se pensara pública y gratuita, pero en el Occidente el de Luarca fue el primer centro en llevar la educación a las familias con menos poder adquisitivo y el primero en acercarse a la zona rural.

Los tres profesores de este proyecto destacan varios datos sugerentes. El edificio y su puesta en marcha costó 23 millones de pesetas y se pagó con el rendimiento de los montes comunales del concejo y cediendo el mismo edificio (erigido en suelo municipal) al Estado para pagar la deuda. «A Ramón Muñoz (alcalde de entonces) le costó ponerlo en marcha y a Román Suárez Blanco pagarlo», explica Germán Fernández.

Hace tiempo que Fernández recopila información sobre todo lo relacionado con el instituto. Para ello, buscó en el archivo del ayuntamiento y entre la documentación que conserva el centro. De ahí se ha podido saber que sus aulas se inauguraron en 1962 con 315 alumnos y 24 profesores. Hoy son 400 y 68 profesores. Con el paso de los años, el centro se adaptó a las numerosas leyes de educación, como el resto, y también a la historia y forma de vida de su entorno. En pocos curso, se convirtió «en una referencia», explica José Antonio García.

Llegó a tener los llamados colegios menores, donde estudiaban alumnos de zonas lejanas a Luarca con difícil comunicación. «Venían desde Otur a Vegadeo y también de la cuenta minera», los últimos becados.

En la década de los sesenta y setenta un instituto tenía que tener capilla. Al menos, eso está registrado en el proyecto, aunque nunca se utilizó como tal. Fue almacén y gimnasio y después, como los colegios menores, se quedó sin actividad. El conjunto no se acabó de pagar hasta 1972.

Hay otra fecha que los autores del libro no pasaron por alto. El centro funcionó como los tiempos, las leyes de educación y los fondos le permitían. Y una persona marcó, en cierta medida, su rumbo. Fue el premio Nobel de Medicina (1959) Severo Ochoa. El instituto lleva su nombre desde 1967 y a partir de 1983 se incluyó el nombre de la esposa de Severo Ochoa por deseo del bioquímico, que se convirtió en protagonista de la celebración de las bodas de plata. En 1987 el centro celebró el primer cuarto de siglo y Severo Ochoa pronunció un discurso «que nos impactó», explica Toño, que apostilla: «Fue un discurso muy alentador, llamaba a los alumnos a trabajar y rendir más». En 1996, con la unificación del instituto de enseñanzas medias y el de Formación Profesional, el Carmen y Severo Ochoa pasaba a tener 1.200 alumnos. «Fue un momento duro», asegura José Antonio Pérez, porque hubo que organizar a profesorado y alumnos, acostumbrados a trabajar en centro independientes.

El instituto era en 1962 un edificio austero en medio de un barrizal. Dos alumnos dan fe de ello en una foto que forma parte del recuerdo que hacen estos tres profesores. La última imagen de la obra es de la promoción de bachiller de 2012. Dos escenas separadas por 50 años, cientos de profesores y miles de alumnos. «Es el antes y el ahora», explica José Antonio Pérez. A Toño, Toni y Gelo, como llaman a estos profesores cariñosamente en el centro, están unidos a él por vínculos afectivos. El primero trabaja en él desde 1980, pero es que los otros dos últimos fueron alumnos antes que profesores.

Ellos se han ocupado de recuperar una historia que hasta ahora no se había contado de igual modo y con tanta documentación. El libro, «IES Carmen y Severo Ochoa. 50 años de historia 1962-2012», se puede adquirir en el centro por cinco euros. En la portada, cinco fotos (de las miles que visionaron los autores) que cuenta parte de su vida: el edifico, el matrimonio Carmen y Severo Ochoa, un laboratorio y un taller de los alumnos de Artes y una exposición de la biblioteca recordando a don Quijote. En la contraportada, el escudo diseñado por Dámaso Rico Torres y que hace gala de unos cincuenta años que no se cumplen siempre con la misma salud.