Salas / Cangas del Narcea,

L. VALDÉS / P. RODRÍGUEZ

A tan solo un kilómetro de Cornellana, la segunda población más importante del concejo de Salas, y bajo la luz de una farola pública. Así mató el lobo este fin de semana a las cuatro ovejas preñadas que Fernando Fernández Tiesta tenía en una finca ubicada a unos 20 metros de su casa, en el pueblo de Sobrerriba. Tras el ataque nocturno del cánido, el propietario de los animales descubrió los cuerpos de sus ovejas completamente destrozados tras el aviso de un vecino. «De una no quedaba prácticamente nada y otras dos daba pena verlas, con todas las tripas fuera», describe Fernández Tiesta, que todavía no se ha recuperado de un desagradable trago que nunca se imaginó vivir. «Nadie de esta zona recuerda haber visto el lobo por aquí, estamos pegados a Cornellana», clama el hombre.

Para que el lobo no vuelva a hacer de las suyas, el ganadero ha extremado las medidas de seguridad del resto de su rebaño. Aún le quedan otras veinte ovejas que se salvaron del ataque al estar en otra finca. «Ahora las meto siempre por la noche en el corral y por la mañana las vuelvo a sacar, lo que implica que tengo que madrugar el doble», lamenta el salense.

«Da mucha rabia dedicar tanto tiempo al cuidado de los animales y luego perderlos de la noche a la mañana, a saber cuándo voy a cobrar las ayudas y no está la cosa como para andar comprando más ovejas», concluye Fernández Tiesta, sin ocultar su rabia por el suceso.

El de Cornellana no fue el único ataque del lobo en el Suroccidente. En Olgo (Cangas del Narcea), para disgusto de todos los vecinos, llevan tiempo conviviendo con lo que ellos entienden que es «una auténtica plaga». En la noche del pasado sábado una manada de lobos atacó y mató a doce ovejas y dejó malheridas a otras dos. Los lobos fueron tantos, según los ganaderos, que devoraron hasta los huesos a más de media docena de ellas, lo que da a entender, según estos mismos vecinos, que no podrían ser menos de cinco o seis animales.

Jaime Álvarez, de la ganadería de María Jesús Rodríguez, está desesperado con la situación. «El año pasado me mataron un potro y este año otro y también un ternero y ahora todas las ovejas. Van seis veces que me atacan en el último año. Aquí quedamos cuatro tontos con cuatro fincas, porque es imposible vivir así. Buscan que abandonemos todos», sentencia.

Álvarez considera que esta situación está provocada por una deficiente gestión. «Nunca habíamos tenido tantos tan cerca, nunca. Dicen que te pagan pero, ¿de que sirve ese dinero? ¡si son cuatro perras! Y eso cuando cobramos, que a mí me deben desde hace más de un año. Y pierdes la producción que puedan dar los animales, pierdes el trabajo, pierdes todo», lamenta el hombre.

«Además de las noches que pasas sin dormir preocupado, luego tienes que venir al prao y encontrarlas, que nunca aparecen todas, recogerlas y llevarlas al camión. Todo tú, ¿quién me paga ese dinero, ese tiempo? Luego, encima, que digan algunos que no hay lobos... que vengan aquí, que me guarden el ganao por las noches y que vean lo que hay», asegura indiginado. «Siempre hubo lobos, pero masacres como éstas nunca», concluye.