Candanosa (Villayón),

Pepe RODRÍGUEZ

Los caballos tarpanes nunca pastaron en Asturias... hasta ahora. Veintiocho ejemplares de esta raza prehistórica, a la que se estiman unos 160.000 años de antigüedad, trotan, desde ayer, por una finca de unas 400 hectáreas en Candanosa, en el concejo de Villayón, y se les podrá ver por el monte proindiviso del pueblo de Bustantigo, en Allande, en los terrenos que delimitan ambos concejos.

No se trata de verdaderos tarpanes, sino de una recreación de la raza, extinguida en 1875 (el último ejemplar conocido murió ese año en el zoológico de Moscú), a través de la selección genética. El milagro fue llevado a cabo en parques naturales de Holanda, de donde proceden los 28 ejemplares llegados a Asturias.

El proceso de suelta no fue nada sencillo. Los tarpanes viajaron durante dos días desde Holanda hasta la finca de Candanosa, por lo que estaban visiblemente cansados y nerviosos. Viajaban en un tráiler con remolque que tenía muy complicado circular por las carreteras que unen Allande con Villayón, en algunos tramos auténticas «caleyas» que apenas permiten el paso de estos vehículos y menos aún sus maniobras de giro. Por eso la suelta tuvo que hacerse en dos fases, con transbordo de los animales entre el remolque y el camión. Además, la jornada, lluviosa y con mucha niebla, impidió que se dejasen los caballos en el lugar previsto inicialmente, que era el monte de Bustantigo, por la zona de la Sierra de Carondio. Al final, quedaron libres en una finca de Candanosa.

El proyecto para traer a estos extraordinarios caballos al suroccidente asturiano parte de Alfredo García y Cristina Bueno, dos ganaderos de Bustantigo que quieren vivir de su tierra. Cuenta Alfredo García que «es una iniciativa para mejorar los montes y poder traer algo de turismo. Es la primera vez que se trae a Asturias y casi a España. Esperamos que la gente venga a visitarlos como una recreación prehistórica. Habrá que hacer rutas por el interior de las 1.800 hectáreas que tendrán a su disposición». A este respecto, ya están en conversaciones con los establecimientos rurales de la zona para ofrecer paquetes turísticos que expliquen la peculiaridad de estos animales.

Pero el turismo no será la única forma de explotación de estos animales. Alfredo García y Cristina Bueno explican que «estamos hablando con organizaciones para poder hacer carne y proyectos al respecto, comercializarla como delicatessen o realizar cursos... bueno, mirando opciones», subrayan.

El siguiente paso en este proyecto llegará en primavera, cuando la pareja de ganaderos tiene previsto traer al mismo territorio ejemplares de uro, el ancestro salvaje de las razas vacunas, extinguido en el siglo XVII (se trata, por tanto, de otra recreación genética), y más tarpanes.

Uno de los problemas con los que se pueden encontrar estos animales, como todos los demás que pastan en la zona, es el ataque de los lobos. Fernando Morán, responsable del Centro de Conservación del Bisonte Europeo en España, colaborador en este proyecto, cree que es algo innerente a la situación: «seguro que va a haber problemas con los lobos, seguro. Pero estos animales han sido donados por la comunidad conservacionista, ya que queremos sacar adelante un modelo en el que el ganadero no esté enfadado con el lobo. Si atacan y matan una o dos reses, pues estupendo».

Morán es responsable de la introducción del bisonte europeo en este mismo lugar de Asturias. Los seis bisontes que viven en Candanosa se encuentran en un estado de salud envidiable y eso mismo se espera para el futuro de los tarpanes.