Jarrio (Valdés),

Apenas ha tenido tiempo para digerir un premio que le ha llegado «por sorpresa, y no es una forma de hablar». Daniel Iglesias (1973) es gerente de Funerarias del Occidente, una empresa que agrupa a cinco familias del Occidente (Navia, Coaña, El Franco y Boal.) En este caso, la unión ha hecho la fuerza. En 1989, y con el impulso de su vecino hospital comarcal de Jarrio, abrieron la compañía que ha sido ganadora del afamado premio (décimonovena edición) «Langosta de Oro» del Occidente asturiano, creado por el hostelero naviego Pepe Santiago y que reconoce la trayectoria empresarial de personas vinculadas a esta zona de Asturias.

-Contento, me imagino.

-Muy contento. Es una satisfacción recibir este premio que tanto significa para los que somos del Occidente. Es un orgullo. Siempre vimos al resto de los premiados con lejanía. Ahora, estamos entre ese grupo tan elegido.

-La crisis amenaza muchos proyectos empresariales.

-La situación de crisis es preocupante. Esta zona tiene su estructura empresarial, la de toda la vida, y tenemos la obligación de mimarla y mantenerla. Tenemos empresas grandes, pero también pequeñas que aportan mucho más de lo que se cree. Hay que proteger al pequeño y mediado empresario que tiene iniciativas muy buenas, pero pocos apoyos.

-¿Qué clase de apoyos?

-Los apoyos deben llegar de todas las partes. De las instituciones públicas, de la sociedad, de la banca... Hay que facilitar el crédito a las empresas que lo necesitan para que las pymes puedan seguir adelante. Ahora ya no se habla sobre esto, pero los que estamos a pie de campo sabemos que es algo importantísimo para mantener el empleo y la riqueza. Y desde la propia empresa, debe existir compromiso de trabajo y altura de miras.

-¿En qué sentido?

-En el sentido de unir esfuerzos, de valorar los proyectos y de tener compromisos. Debe tener un compromiso con su proyecto el empresario y también el trabajador.

-Son una empresa con más de dos décadas de actividad. ¿Qué necesidades ve en la comarca como empresario?

-Hay que potenciar el turismo y apoyar al sector primario, al campo y a la pesca. Son sectores que siempre han estado ahí y que de alguna forma, aún en tiempos difíciles, mantienen el empleo y las economía familiares.

-En su sector la actividad no se acaba nunca. ¿Cómo vive este momento de crisis su empresa?

-En nuestro sector está claro que la actividad, es decir, las defunciones al año, más o menos se mantienen. Lo que sí cambia con la crisis es lo que se demanda, el producto que se pide o el servicio que se contrata. Como empresa también intentamos adaptarnos a las nuevas necesidades. Damos más facilidades en el cobro de las facturas. Es decir, vamos con la situación. No es es lo mismo trabajar ahora que hace cinco años.

-¿Qué se dejó de contratar?

-No hay dinero para cinco coronas de flores y tampoco para ataúdes muy buenos.

-En algunas regiones han puesto de moda los entierros «low cost», más económicos.

-Nosotros apostamos por la calidad. Por debajo de un precio no se puede dar calidad y, en ese sentido, creo que es una oferta que no podía estar dentro de nuestro proyecto. No podemos jugar con los sentimientos de la gente.

-¿Cómo ve el futuro?

-Soy optimista. Aunando esfuerzos podemos salir de esta. Pero, eso sí, nos costará mucho trabajo. Y ahí tenemos que estar, trabajando. Las empresas del Occidente tenemos un sólo camino, apostar por la calidad.

-¿Qué carencias tiene esta la comarca?

-Fallan las comunicaciones y eso es algo que vivimos día a día. En los años ochenta, para ir a Oviedo a recoger un cadáver necesitámos seis horas. Hoy se ha mejorado con la Autovía del Cantábrico, pero seguimos teniendo necesidades de inversión pública. En las empresas, por otra parte, debería existir un códico ético, es decir, ser profesional a todos los niveles; potenciar y mimar la profesionalidad en los trabajos. La forma de gestionar las empresas afecta a muchas personas, no sólo al gestor y a sus ganancias. Y todo es un círculo, una cosa afecta a otra. Lo que quiero decir es que para que un proyecto tenga éxito tiene que poner de su parte todo el mundo, el empresario y el trabajador.

-¿Cuál será la estrategia del futuro? Algunas empresas pujantes de la zona afrontan problemas.

-Tenemos que prever las situaciones y adelantarnos a ellas. Nosotros vamos a abrir un velatorio en Tapia de Casariego. Y sí, lo hacemos en un momento de crisis, pero antes de la apuesta estudiamos qué necesitaba el mercado. Lo importante es ver tu empresa dentro de ocho años y analizar qué puedes hacer hoy para que esa compañía tenga futuro y dentro de ocho años, actividad.

-¿Qué recomienda a los jóvenes empresarios?

-Primero hay que tener una idea clara y novedosa. Y después, buscar ayudas.

-¿La empresa familiar es la que está resistiendo mejor a la crisis?

-En nuestro caso, el origen es una empresa familiar. Contaré el caso de mi familia. En 1961 mi padre era ebanista, tenía una carpintería y allí se hacía de todo. Entre otras cosas, ataudes por encargo. Cada vez tenía más encargos. En 1965 compró el primer coche fúnebre y siguió haciendo ataúdes. Yo recojo el testigo. Mis padres vieron una demanda y actuaron en consecuencia, con sentido común. Observaron que había muchas necesidades sin cubrir, como las ambulancias. No hace mucho, en esta comarca no había. Después ya nos juntamos varias familas y aquí seguimos.

-¿Es difícil trabajar y organizar una empresa de cinco socios?

-Es uno de nuestros secretos para tener éxito, que somos cinco familias. Antes éramos competencia unas de otras. Cuando se pensó en la fusión, hubo que aunar criterios. Las negociaciones duraron dos años. Pero tener tantos socios es un valor. Estamos unidos y hay mucho diálogo. La premisa era: «Tira con todo como sea». No había otra.

-Como ahora.

-Sí. Ahora no deberíamos dejar escapar a la gente joven con inquietudes. Necesitamos que materialicen aquí sus proyectos. Y mirar más al sector primario, que mantiene el empleo pese a todos los problemas que tiene. Tal vez es una opción. Esta comarca es rica, pero necesita más implicación de todos, de sociedad y administraciones.

Una unión hizo la fuerza

Hace muchos años que la familia de Daniel Iglesias empezó a hacer ataúdes. Fue uno los principales negocios de su familia paterna, allá a mediados del siglo XX. Es un negocio que nunca se acaba, aunque ahora, en época de crisis económica, «se piden presupuestos más ajustados». En Funerarias del Occidente, hoy integrada por la familia de Iglesias y otras cuatro, «no nos quejamos». La compañía mantiene el tipo pese a la crisis. Su estrategia es conocida: «mantener la calidad». Afrontan el futuro «adelantándose los problemas». Gestionan el 75 por ciento de las defunciones de la comarca. Son 15 trabajadores.