Canero (Valdés),

A. M. SERRANO

Marta Rodríguez, de 44 años, se sabe de memoria su rutina: a las nueve y media llega al Centro de Apoyo a la Integración (CAI) de Canero, ficha, se cambia de ropa, acude al taller de carpintería, hace gimnasia, continúa con el taller, se cambia de ropa, se asea, come, y se divierte un poco en el curso de habidades académicas. Cuando finaliza todas estas tareas, ya casi ha acabado el día: son las cuatro de la tarde. Llega a su casa sobre las seis, tranquila, después de sociabilizarse y de trabajar. Lo que haría cualquier persona que no tuviera su discapacidad intelectual.

El CAI es el único de sus caracterísiticas de titularidad municipal de la comarca y uno de los pocos que hay en Asturias con esta gestión (junto a los de Langreo y Gijón). La mayor parte están gestionados por fundaciones o directamente por el Principado. Corren tiempos de cambio y ahora el Ayuntamiento de Valdés apuesta por cambiar la gestión. «Se trata de seguir otros ejemplos para garantizar su supervivencia». La concejala no adscrita, Noelia Méndez (antes de Foro Asturias), que es la edil que tiene competencia en el centro (por decisión del Alcalde), tiene claro que «no es posible otro futuro». El Principado ha reducido su aportación presupuestaria en 60.000 euros el último año, y el dinero público municipal «no da para más».

El CAI vive ajeno a estos cambios. Los usuarios, todos con limitaciones psíquicas y vecinos del concejo de Valdés (salvo uno que llega de Coaña), tienen en este centro una «segunda casa». Lo sabe Marta Rodríguez: «A mí que no me lo quiten», dice sonriente. La mayor de los usuarios tiene 62 años y la menor, 22. En el centro, aprenden a tener constancia en el trabajo, a desarrollar una habilidad. También lo que es la responsabilidad. La última de la que se tienen que hacer cargo es la perra «Pola». «Se ocupan de su cuidado», dice la directora, María Jesús Menéndez. El principal objetivo es favorecer la integración sociolaboral, fomentar la autonomía personal y, en definitiva, a mejorar su calidad de vida. Cuatro monitoras (dos pronto concluyen su contrato) y la gerente se ocupan de ello a diario.