Día tras día asistimos a las actuaciones más alucinantes. Intentos de justificar lo injustificable urdiendo disculpas absolutamente peregrinas, distrayendo la atención con maniobras cada vez más burdas que insultan nuestras inteligencias. Así que, cuando el pasado domingo un conspicuo representante del Partido Popular dijo con aplomo y soltura que en este país «quien la hace la paga», tuve que escuchar, avergonzada y humillada, las risotadas de las gallinas sin poder decir ni mu. Claro que, cuando la principal y única preocupación de los que se erigieron en inefables defensores del bien común pasó a ser si la parte contratante de la primera parte era la parte contratante de la segunda parte o si la primera parte de la segunda parte contratante era la segunda parte de la primera parte, todo empezó a joderse. Y aquí, en el occidente de nuestro maltrecho paraíso natural, hubo mucho experto en partes contratantes.