La Mata (Valdés),

A. M. SERRANO

Para la persona que llega por primera vez al centro de recuperación que la Coordinadora para el Estudio de las Especias Marinas (Cepesma) tiene en la localidad valdesana de La Mata es difícil saber si las salidas de la foca «Playu» de su piscina se deben a su ansia de buscar comida. Pero Isabel Pérez, trabajadora de la Cepesma y cuidadora del animal desde su llegada al centro, el pasado día 3 de febrero, lo tiene claro: «Quiere jugar».

Aquella tarde de domingo, un vecino avisó de la presencia en la costa de Gijón de un macho de foca gris, que apareció extremadamente delgado y con una hipotermia severa. El coordinador de la Cepesma, Luis Laria, activó el proceso para rescatar al animal y darle un futuro a medio plazo. Un mes y cuatro días más tarde, se puede decidir que consiguió ambas cosas.

«Playu», llamado así en agradecimiento al gijonés que dio la voz de alarma, llegó a Valdés con unos dos meses de vida y sólo once kilos, lo que indicaba que algo iba mal. Una foca precisa mucha grasa para vivir en las frías aguas en las que habita y la que apareció en Gijón no tenía ni la mitad que necesitaba para poder vivir. Según la Cepesma, por algún motivo dejó de comer o no encontró comida. Sin grasa, llegó la hipotermia.

Según desvela la Cepesma, la semana del 4 al 10 de febrero se temió por la vida del animal. Finalmente, la historia va camino de tener un final feliz. «Playu» ha engordado 23 kilos en su estancia asturiana y ahora pesa ya 34. Gracias al esfuerzo humano, «Playu» se ha hecho fuerte y es un foca más, con la particularidad de que vive controlada en una pequeña piscina. Pero no será por mucho tiempo. La Cepesma busca un barco «amigo» para que traslade al animal cerca de las islas británicas, donde recobrará la libertad que ansía para él. Si todo va bien, ese viaje empezará la semana próxima.

«Playu» partirá desde el puerto de Burela, en la vecina provincia de Lugo, sin las personas que durante más de un mes se han ocupado de su cuidado. Isabel Pérez confiesa que, llegado el momento, le dará pena perder de vista a la foca, pero en el Canal de la Mancha, asegura la Cepesma, encontrará congéneres. La coordinadora tiene previsto implantarle un microchip para identificar al mamífero si aparece con problemas.

Entre tanto, el animal juega a distancia con los pocos que se pueden acercar a él, ya que no se aceptan visitas, y tiene especial empatía con Isabel Pérez. Y eso, dice Luis Laria, es bueno, no tendría por qué volver a acercarse a la especie que hoy por hoy la ha salvado.