Beveraso (Allande),

Pepe RODRÍGUEZ

«De aquí a Pola de Allande hay 30 kilómetros, somos los últimos del concejo... y no se acuerdan de nosotros más que para sacarnos dinero, para multarnos o para lo que sea, pero para hacer las cosas bien nunca. Nunca». Manuel Queipo Flórez, ganadero de Beveraso (Allande), se lamenta así de la situación por la que está atravesando.

Y es que para llegar a su pueblo hace falta tirar de espíritu aventurero. No sólo hay que sumar la distancia, a todas luces inmensa para las carreteras del Suroccidente, como la del Alto de la Marta, en buen estado pero estrecha y enormemente revirada, sino que hay que llegar hasta Beveraso abandonando el asfalto y conduciendo por una pista forestal, de tierra, los últimos kilómetros. Y la salida hacia el otro lado del concejo no es más fácil, con más de ocho kilómetros de camino imposible para turismos, lleno de barro, piedras y malas roderas, hasta salir al pueblo de San Emiliano y, de ahí, a Berducedo.

Manuel Queipo quiere denunciar que, «encima de cornudo, apaleado», en referencia al abandono al que está sometido su pueblo, al que ahora se suma el acotamiento de los pastos de los terrenos que fueron pasto de las llamas hace un par de años. «La tierra de por aquí quemó hace dos años, por las mismas fechas que el Valledor. Son terrenos privados y el fuego quedó a unos 40 metros de mi nave. Pensé que ardía todo, fuimos los más perjudicados por el fuego... y ahora resulta que, encima, somos nosotros los que no podemos usar esos terrenos para pastar. Ya está bien de atacar al ganadero siempre, ya está bien», se lamenta.

Queipo Flórez no entiende que las culpas del fuego siempre las paguen los ganaderos: «seré tonto, pero tanto como para pegar fuego a lo mío y ponerlo todo en riesgo, no». Y señala que, «cuando esos fuegos de hace dos años, la gran mayoría de ellos no estaban en zonas ganaderas, eran terrenos donde no pasta ningún animal, pero eso no lo dicen...».

Aparte de los problemas con las zonas de acotamiento -«que no quiero acusar a nadie, faltaría más, pero parece que vienen justo hasta el último del concejo con estas cosas, que otras zonas parece que no tienen los mismos problemas cuando queman»-, Queipo sufre, como tantos otros, los ataques del lobo, muy numeroso en todas las zonas, según los ganaderos, y que se ha convertido en un problema habitual y, en palabras de los ganaderos, dañino. «El año pasado me comieron los lobos tres, cuatro, cinco xatos... ni lo sé, y esta semana me mataron tres. Uno ni lo encontré, que ese ya no me lo pagan, pero los otros me los pagarán mal valorados, y tarde, como siempre. Es un problema muy gordo, una pérdida de dinero y de tiempo».

Este ganadero de Beveraso concluye: «quiero ser tratado como los demas ganaderos. No por ser el más retirado tengo que ser el más perjudicado, y eso es lo que me parece que está pasando».