A finales de junio de 1604 la fragata Nuestra Señora del Rosario atracó en el puerto de Sevilla, poniendo fin a un viaje que había partido semanas atrás de La Florida. El marino tapiego Gonzalo Méndez de Cancio (1554-1622) decía adiós así a su puesto como gobernador de la entonces colonia española y viajaba rumbo a casa con la famosa arca del maíz, que hizo posible la entrada de este preciado cereal americano en Asturias. La hazaña es popular entre los asturianos, si bien pocos la conocen en profundidad y apenas hay estudios que hurguen en ese estrecho vínculo que unió a Méndez de Cancio y el maíz. Es la puerta que acaba de abrir Javier Ángel Cancio-Donlebún Ballvé, descendiente del mítico almirante, que es su décimo segundo abuelo por línea recta de varón.

Cancio-Donlebún, natural de Madrid aunque afincado en Asturias y muy estrechamente vinculado a Tapia, es ingeniero industrial de profesión y desde 1993 trabaja en el sector de la minería del carbón, actualmente en Hunosa. Al margen de su profesión, es un auténtico apasionado de la historia comarcal y, de hecho, fue uno de los fundadores de la Asociación Asturgalaica de Amigos del país. No es la primera vez que indaga en la historia de su antepasado, cuyo periplo vital considera «de una intensidad apabullante para la época en que fue vivida», pero sí en el vínculo que mantuvo con el maíz.

Por encargo del Ayuntamiento de Tapia preparó una conferencia para conmemorar el Día del Museo y decidió centrar sus esfuerzos en esa relación de su ilustre antepasado y el cereal, un enfoque, precisa, sólo abordado de puntillas por el historiador Fermín Bouza Brey en el año 1952.

La pista del almirante tapiego, que entre otros logros consiguió derrotar al temido pirata inglés Francis Drake, puede seguirse a partir de documentos localizados en diferentes archivos. Buena parte se localizan en la biblioteca de la Casa de Casariego, el lugar donde nació y murió Méndez de Cancio y que ha dado cobijo a dieciséis generaciones de su familia, pero también se puede rastrear a través de documentación existente en los más diversos archivos del país, desde el de Simancas al Archivo General de Indias de Sevilla.

En este último halló el investigador documentos hasta ahora desconocidos, caso de las doce cartas «trascendentales» para la historia de La Florida remitidas por el gobernador Gonzalo Méndez de Cancio a la Corona. La primera está datada el 23 de febrero de 1598 y la última, ya escrita desde España, tiene fecha de 19 de marzo de 1605. Dice el Cancio-Donlebún que «más que cartas son extensos informes» en los que «con todo lujo de detalles se narran desde los aspectos más trascendentales del gobierno de La Florida hasta nimios detalles de la vida cotidiana de esta extensa región perimetral del más grande imperio hasta ahora conocido». Pero, por encima de todo, estos documentos, que Gonzalo escribió cumpliendo un mandato regio, «huelen a maíz» y permiten dejar constancia por escrito de la huella que este cereal dejó en el marino.

La muerte de Domingo Martínez de Avendaño sumada a la victoria de Gonzalo Méndez de Cancio frente al pirata Drake le situaron en buena posición para optar al puesto de gobernador de La Florida, hecho que queda ratificado por Felipe II en marzo de 1596. Constata su descendiente que cuando Gonzalo llegó a la tierra americana muy pronto se fijó el reto de modernizar la agricultura a la vista del pésimo trato que los nativos daban a la tierra. Haciendo uso de su carácter, dotes de mando y del conocimiento que tenía por la gestión de su importante patrimonio rústico en Asturias se dispuso a impulsar «una auténtica reforma agraria» cuyo principal objetivo era el autoabastecimiento de grano.

«Actuó con decisión sobre toda la cadena del maíz, desde su producción, pasando por su molienda y regulando incluso algunos aspectos de su consumo. Su reforma fue de tal calado que se puede afirmar que si fue el introductor del cultivo de maíz en Asturias no es menos cierto que fue el responsable de su impulso y modernización en La Florida», precisa Cancio-Donlebún.

En una de sus cartas al rey el gobernador explica su empeño por fomentar la agricultura: «Anímoles mucho a que siembren y rompan tierras haciéndoles la comodidad que puedo para que lo hagan, que confío en Dios se ha de coger maíz para sustentar todo el año esta ciudad». La prueba de su éxito es la recaudación en concepto de diezmo del maíz, que pasó de una cifra media de 45.679 maravedíes entre 1587 y 1597 a los 166.464 maravedíes recaudados en 1599, el segundo año del tapiego en La Florida.

No sólo mejoró el cultivo sino también la molienda mandando construir una tahona, que está registrado como el primer molino del que hay noticia en el actual territorio de Estados Unidos. Además se preocupó de regular el comercio creando el primer mercado público. En la misma plaza que mandó construir hoy figura una placa con una inscripción en inglés en la que se lee: «El primer mercado público fue establecido en esta plaza por el gobernador Gonzalo Méndez de Cancio en 1598. Aquí, por primera vez, un sistema estándar de pesas y medidas fue introducido en este país para protección de los consumidores». Dice Cancio-Donlebún que este hecho «es especialmente recordado todavía en EEUU como un importante hito en la defensa de los consumidores».

Toda esta investigación sobre su estancia americana y su regreso a casa permite a Cancio-Donlebún sostener la hipótesis de que la primera cosecha de maíz en Tapia, concretamente en la finca Río Barba, se registró en mayo de 1606 y no entre 1603 y 1604 como sostienen otras fuentes. Lo fundamenta en el hecho de que en marzo de 1605 aún estaba Méndez de Cancio en Valladolid y el viaje al Norte en caravana en aquella época era lento. La segunda razón se justifica en los propios tiempos de cultivo del maíz, ya que la época idónea es en mayo y todo apunta a que en 1605 no llegó a tiempo a casa para preparar la tierra y plantar el maíz.

Cancio-Donlebún destaca el valor de la gesta de su antepasado por la «gigantesca y silenciosa revolución» que supuso la llegada de este cereal: «Ningún otro fenómeno posterior ha dejado tan honda huella en la idiosincrasia de nuestra región como este cereal, que tuvo un efecto global y se integró rápidamente en el ADN de toda Asturias, cambiando para siempre la etnografía, gastronomía, paisaje, folklore, economía e incluso la sociedad».

El descendiente del mítico marino reivindica su figura y clama por la necesidad de dar forma a una biografía completa que considera «una obra indispensable que está aún por hacer». En este sentido anima a que alguien asuma el reto de darle forma con la vista puesta en el cuarto centenario de su muerte, que se celebrará en el año 2022.