Navia, A. SERRANO

Martina Iglesias sonríe estos días más de lo habitual. Ella es una joven alegre, pero en estas fechas se acerca el día de su boda «y la risa sale con más facilidad». Ni la crisis ni los malos augurios pesaron en esta pareja, él de Somiedo, ella de Anleo, a la hora de decidir unirse en matrimonio tras 11 años de noviazgo. ¿Lo particular? Que lo harán por el rito vaqueiro en el festival vaqueiro y de la vaqueirada que se celebrará el último domingo de julio.

Quedan 19 días para la fecha. Los novios ya han alquilado la indumentaria con la que desfilarán por la braña de Aristébano, frontera entre los concejos de Valdés y Tineo, con toda la dote. «Nos preocupa mucho el calor», dice Iglesias.

Casarse por este rito es deseo de la novia. Los bisabuelos de Martina Iglesias eran vaqueiros. «Y yo soy de Somiedo -añade su futuro marido-, así que seguro que tengo raíces». La pareja está «encantada» de poder casarse en el festival y de ser, por un día, el foco de atención para los objetivos de las cámaras.

La novia tiene tres hermanos, pero ninguno quiso revivir esta tradición familiar. Hace unos años el consejo rector del festival tenía dificultades para encontrar parejas que quisieran casarse en Aristébano y que cumplieran con el requisito fundamental: que uno de los dos demostrara tener raíces vaqueiras.

«Elegimos este rito para casarnos porque es diferente. Tenemos mucha ilusión en la boda. Sólo pedimos que todo salga bien», dice Felipe García. Él no puso muchos inconvenientes a la propuesta de su futura esposa. En casa, todo el mundo recibió «con mucha alegría» eso de ser protagonistas en el festival de la vaqueirada.

Martina Iglesias soñaba con hacerse un traje de vaqueira a medida, pero, finalmente, alquilará el atuendo. Es más económico y requiere menos tiempo. El traje llegará la semana que viene a Navia. «Empezaré a probar para ver cómo se pone», comenta la novia. Ella tiene ganas de que llegue el día para poder disfrutar de una boda como la soñaba de pequeña: al aire libre. «Lo singular -al margen del propio ceremonial- es el entorno, la montaña, el paisaje del interior de Asturias. Creo que es un privilegio casarse aquí», explica. A Felipe García, de Somiedo, no le sorprende la montaña, pero sí una fiesta que este año cumple 55 años y que sigue atrayendo a centenares de personas.

La vaqueirada está declarada fiesta de interés turístico desde 1965. Nació de la mano del ex alcalde de Luarca Ramón Muñoz y con un objetivo que unía a los vaqueiros de toda la región: reivindicar las costumbres de los habitantes de las brañas asturianas. Los vaqueiros de alzada tenían antaño una vida dura; abandonaban el hogar en los meses de buen tiempo para subir con el ganado a los puertos y al llegar el otoño descendían con los rebaños a brañas más bajas o a pueblos alejados de las montañas. Durante años fueron discriminados y en algunas capillas asturianas todavía es posible leer una placa que prohíbe su entrada.

Martina Iglesias y Felipe García quieren ser parte de la reivindicación y la recuperación de esta cultura que forma parte de Asturias. Se miran a los ojos cuando alguien pregunta si conocen la historia de los vaqueiros de alzada; «claro», responden, sin más.

Los próximos novios de Aristébano viven entre Navia, donde está asentada ella, y Avilés, donde él trabaja. Esta semana llegarán sus anillos. Su gran cita es al mediodía el próximo 28 de julio. Una fecha para la que la pareja, curiosamente, no pide sol, «por eso del calor». Se casarán tras un paseo a caballo y con la cama matrimonial cerca. De allí volarán el día 30 a Helsinki, para el rally de los mil lagos.