La fiesta grande de Salas hace que se quede pequeño todo el monte que conduce hasta el santuario de Nuestra Señora del Viso. Los salenses han vuelto a demostrar la gran pasión que sienten por su imagen sagrada y, a la vez, que a la hora de ir de romería pocos pueden competir con ellos.

El momento más especial de las celebraciones de la fiesta salense tuvo lugar al mediodía, a las doce, cuando Nuestra Señora del Viso salió en procesión desde su ermita hasta la cruz del área recreativa.

Acompañada de la música de las gaitas y los tambores, un enorme gentío siguió a la imagen en su procesión, de unos 500 metros de ida y otros tantos de vuelta.

Con devoción, no fueron pocos los presentes que quisieron tocar el manto de la Virgen, en señal de petición de ayuda. Carmen de Aspe, hermana mayor de la Cofradía de Nuestra Señora del Viso, resumió lo que supone ese momento para los cofrades: «Es el final del trabajo realizado durante todo el año, y es un momento de mucha emoción».

La cofradía, que este año ha editado un libro contando lo que significa pertenecer al grupo y recuperando la bibliografía disponible sobre la imagen del Viso, ha constatado que este año las novenas han sido especialmente seguidas, con los oficios religiosos con un lleno continuo.

Y eso también se ha notado, además, en el día grande. La celebración de Salas más que una fiesta de prao es una fiesta de monte, pues son varios los sitios bajo y entre los árboles en los que la gente se coloca con sus manteles y sus mesas para comer y merendar con los familiares y los amigos cercanos en un ambiente de gran jolgorio.

Entre la zona donde están las barras de bebida y los puestos de juegos infantiles, y hasta lo más alto de la zona del Viso, unos y otros van ocupando todos los lugares abiertos y susceptibles de acoger una buena merienda.

Los coches, por cientos, se agolparon en las cunetas de las ascensión, compitiendo con los romeros que fueron andando hasta la ermita. Y, por supuesto, todo ayer estuvo regado con sidra, con vino y con las más diversas bebidas espirituosas, en este caso, preferidas por los más jóvenes. Éstos disfrutaron de lo lindo de una fiesta, que había comenzado la noche anterior del miércoles con una verbena.