Cueva (Valdés),

A. SERRANO

Mercedes López y Sheila Méndez, de Luarca, llegaron ayer tarde a la suelta del pato en Cueva, Valdés, y parecían dos extrañas en una fiesta bien conocida para ellas. Y es que después de la denuncia interpuesta contra el festejo por un colectivo de protección animal, la cita fue más concurrida de lo habitual. Llegaron a las cuatro de la tarde, cuando ya no se coreaba eso de «pato, pato» y la expectación había abandonado la desembocadura del río Esva, donde se sueltan tres patos coincidiendo con la pleamar para que aquellos que lo deseen naden tras ellos. El que primero coja al animal gana el premio, o sea, el de carne y hueso y otro de cerámica.

La fiesta de Cueva se enfrenta ahora a una denuncia por utilizar un animal como mero objeto de divertimento. El Observatorio de Justicia y Defensa Animal, con ámbito de actuación nacional, asegura que se incumplen las leyes del Principado y mantiene dos argumentos: uno, que el animal «se estresa»; dos, que se utiliza para algo «antinatural». «¿Sabes lo que ocurre, que aquí esto se ve como algo normal porque lleva haciéndose muchos años. Nadie va a decir que hay maltrato», afirma Mercedes López. En realidad, pocos se paran a pensar qué siente el pato cuando unas veinte personas nadan detrás de él para darle captura. Para evitar la polémica y la sanción a la que se enfrentan (90.000 euros), un veterinario tuvo que certificar que los animales utilizados no tenían síntomas de maltrato después del juego.

A las tres de la tarde, la mayor parte de los participantes apuran la comida para acudir a la actividad estrella del programa: la suelta del pato, el juego que da nombre al festejo. Antes de empezar la prueba, este año la organización leyó un escrito en que se hacía referencia a la ausencia de matralto animal en la actividad y al cumplimiento de las leyes asturianas. Ayer se soltaron tres y, como es habitual, en la prueba participaron adultos y niños. Medio centenar de personas siguió el juego desde la orillas.

El pato que se soltó el primero fue a parar a manos de la organización porque logró escabullirse de los nadadores y llegar a tierra, donde la gente aplaudía momentos y gritaba en otros. El animal intentó escapar en varias ocasiones y lo logró. Al segundo le dio captura Antonio Vázquez, un vecino de Oviedo con segunda residencia en Valdés que dijo que la denuncia que pesa sobre la fiesta «es más "politiqueo" que otra cosa». El ovetense alzó al animal en señal de victoria para poco después de cogerlo en el agua, se entiende por broma, ponérselo en la cabeza. Un gesto de celebración, «porque esta es una fiesta». Adrián Menéndez, de 10 años, cogió el tercer pato. Los tres animales fueron a parar a una caja de cartón, como la que utilizó el criador para llevarlos a Cueva. Cada uno ya tenía entonces su propietario. Si hay o no maltrato o ilegalidad lo tendrá que decidir un juez.