La imagen que presenta hoy el monasterio de San Salvador a buen seguro es bien distinta a la que tenía en el año 1024 cuando la infanta Cristina, hija del rey Bermudo, mandó fundarlo. En 1122 el monasterio pasó a la orden de Cluny, que a su vez, lo traspasó a los benedictinos en el XIII. En el siglo XIX comenzó su declive, utilizado como cuartel por las tropas napoleónicas. La Diócesis de Oviedo se hizo con el monasterio en 1876, ya en ruinas.

Siglos de historia y arte que se vienen abajo. Esa es la imparable estampa del monasterio de San Salvador de Cornellana, en Salas, en este año que se cumple la fecha en la que debería estar completamente rehabilitado. Nada más lejos de la realidad.Pero a falta de intención política, los vecinos se han movilizado para frenar el declive del inmueble (con orígenes en el siglo XI y reformado en el XVIII), monumento nacional y declarado bien de interés cultural. Así, el movimiento, que crece en las redes sociales, prevé una reunión el 2 de noviembre para tomar medidas.

La rehabilitación del monasterio corre a cargo del convenio que se firmó en 2007 entre el Gobierno de España y el Principado y que está paralizado. El año pasado, el Ministerio de Fomento anunció que no dispone de la partida presupuestaria para su arreglo a corto plazo, un 60% de los costes de las obras, con cargo al 1% cultural, esto es 3, 5 millones de euros. Y el Principado debía aportar el 40% restante, es decir 2,3 millones de euros. La obra requiere en total 5,8 millones.

Ante la dejadez de las administraciones, el joven de Cornellana David Valiela se ha dispuesto a hacer presión porque «de nada sirve que haya aprobado un convenio si la obra no se pone en marcha». Durante la reunión, que tendrá lugar en el monasterio, pretenden constituir una junta directiva con unos objetivos y planes de actuación inmediatos. Tratarán de reunirse con todas las administraciones implicadas e ir informando al colectivo de los avances.

El movimiento vecinal teme un invierno duro como el anterior que lleve al monasterio definitivamente abajo. Por eso, solicitan el apoyo de todo el mundo, de dentro y fuera de Salas, porque San Salvador «es una joya arquitectónica que trasciende a lo local».