Creció alimentado por las historias de trenes que le narraba su padre. Pero no sobre cualquier tren, sino sobre el minero que durante años funcionó entre Vilaodrid (hoy en día A Pontenova) y Ribadeo, atravesando a su paso el municipio asturiano de San Tirso de Abres. El niño se hizo mayor pero jamás se olvidó de aquel tren al que, por desgracia, nunca vio funcionar. Seis décadas después el lucense Xosé Reigosa ha cumplido su sueño indagando en esta vieja historia de ferrocarriles. Su trabajo ha dado como resultado un documental titulado "A Chocolateira", que constituye uno de los primeros trabajos audiovisuales que se realizan sobre el tren.

En el año 1903 se puso en marcha el ferrocarril destinado a conectar las minas de A Pontenova con el puerto de Ribadeo. Su papel era el de dar salida por mar al mineral de hierro; no obstante, a partir de 1905 el tren pasó a habilitarse también para el transporte de viajeros. En una época en la que las comunicaciones por carretera eran deficitarias y tortuosas, el tren cumplió un papel fundamental para los vecinos de la comarca más occidental de Asturias y la oriental de Galicia. Por eso los más mayores guardan un gran cariño de aquel vehículo.

Esta línea de 34 kilómetros, cuatro estaciones, dos apeaderos, cinco puentes y trece túneles estuvo operativa hasta el año 1964, cuando la compañía decidió desmantelarla por ser poco competitiva frente al transporte por carretera. Apenas si quedan algunos vestigios de aquel tren, pero lo que aún perviven son testimonios de los mayores de la zona que lo conocieron. Reigosa habló con una veintena de estas personas, de Asturias y de Galicia, y sus testimonios conforman un relato audiovisual con el que el lucense salda su deuda con el tren de su infancia. Los mayores relatan infinidad de anécdotas de este transporte, que sufría constantes averías, avanzaba con lentitud y solía llegar con retraso a su destino.

El trabajo, que contó con el apoyo de la Diputación de Lugo, quedó listo la pasada primavera y está comenzando a proyectarse en la comarca. En agosto ya se pudo ver en San Tirso y está previsto que el 15 de noviembre se proyecte en la Casa de Cultura de Vegadeo. Dura cincuenta minutos y lleva por título "A Chocolateira" en alusión al mote con el que se le conocía en algunas zonas, debido al ruido -similar a una máquina de hacer chocolate- que provocaba a su paso. El video se puede adquirir por diez euros en algunos comercios de la comarca.

Entre las curiosidades que se pueden ver en el documental figura una grabación original del tren en marcha, realizada por unos ingleses. Estas imágenes inéditas están incluídas en un especial sobre ferrocarriles de vía estrecha y Reigosa las localizó casi por casualidad. De esta manera, recorriendo muchas casas y hablando con muchas personas, dio también con infinidad de fotografías antiguas que le permitieron tejer el relato.

El documental plantea un viaje ficticio que sale de A Pontenova (donde estaban las minas que promovió el empresario vasco Julio Lazúrtegui) y va parando en las diferentes estaciones para recoger los relatos de los que aún le recuerdan. Entre los testimonios, muchos de ex trabajadores de las minas y también del ferrocarril, está el del santirseño Ángel Prieto, que funciona como hilo conductor aportando infinidad de datos sobre esta infraestructura. Prieto abunda en su papel como motor económico, pues facilitaba el intercambio de productos del mar y de la tierra. También se refiere a su función "como reloj de la vida" en la comarca, ya que la gente se hacía una idea de la hora gracias a los sonoros pitidos que emitía a su llegada a las estaciones.

Reigosa lamenta el poco mimo que se ha prestado a esta infraestructura, ya que, a excepción de los kilómetros recuperados entre San Tirso y A Pontenova como senda verde, apenas si se ha preservado el itinerario. "El paisaje es una maravilla y es una pena que no se recuperase", comenta. Es el sentimiento compartido por la mayor parte de las personas que intervienen en el documental.

Apenas quedan restos de la maquinaria ferroviaria en la zona, sólo imágenes que documentan la importancia de ese medio de transporte, que recorría 34 kilómetros atravesando cinco puentes y 13 túneles. Una senda recupera el itinerario entre San Tirso y A Pontenova.