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Escocia, una aventura para Castropol

El militar castropolense Ángel Antonio Díaz recorrió Gran Bretaña, de Sur a Norte, en 18 etapas de bicicleta, que cubrió en solitario

Escocia, una aventura para Castropol

Sentarse en la muralla de Adriano, bañarse en el lago Ness o ascender al Ben Nevis, la cumbre más alta de Gran Bretaña con 1.344 metros de altitud. Son algunas de las aventuras vividas por el militar castropolense Ángel Antonio Díaz en su último viaje, una travesía en bicicleta desde el sur al norte de la isla británica.

Díaz aprovechó sus vacaciones para recorrer 1.544,69 kilómetros divididos en dieciocho etapas de bici con una media de 86,3 kilómetros por jornada. Recién llegado a España repasa este singular viaje que realizó en solitario durante 28 días, del 5 al 31 de agosto. "Pude dormir donde muchos soñaron estar alguna vez, hay momentos que no se pueden describir con palabras", precisa.

Las casi 900 fotos que capturó con su cámara Nikon -con ayuda del temporizador para salir en muchas de las instantáneas- le sirven ahora para contar una historia en la que dice haber aprendido mucho. "Se lo dedico a todas las personas que creen que su vida no es interesante; todos merecemos un minuto de gloria, un instante de magia", relata el militar.

A pesar de no saber inglés no tuvo problemas para comunicarse y encontrar el camino que había diseñado entre la localidad de Portsmouth, al sur de Inglaterra, y John O'Groats, en el norte de Escocia. "Este viaje ha sido parte de mi vida, en solitario vi lugares y conocí gente. Viajar solo te permite ralentizar los sentidos y sentir lo bueno y lo malo de la vida", confiesa. En los primeros días reconoce que sufrió un poco por el idioma, pero pronto se familiarizó y no tuvo problemas para llegar a meta. "Con decir 'hello', 'excuse me' y 'one question' me arreglaba para comunicarme", bromea.

Cuenta Díaz que el viaje estuvo plagado de anécdotas y también de mucha lluvia. Especialmente duro en lo meteorológico fue su periplo por Escocia. "Entrar en Escocia fue como pasar O Cebreiro (Lugo) en invierno. Cien metros antes de pasar el puerto ya estaba calado y me hice diez kilómetros más lloviendo sin parar", relata.

Si algo le sorprendió fue la hospitalidad de la gente. Uno de los días llegó a un pueblo en busca de fonda a última hora de la tarde. El camping estaba lleno y no encontraba dónde dormir, así que un vecino le ofreció quedarse en su casa. "Fue una experiencia increíble. Un desconocido que habla otro idioma, que llega solitario a última hora del día y me aloja en su casa sin conocerme. Le recordaré siempre", narra. En la ciudad de Lincoln también se topó con una tienda de productos españoles en la que aprovechó para comprar un poco de embutido y queso y en la localidad de Inverness localizó un bar que se llama "La tortilla asesina", donde ofrecen productos y música española.

Entre las anécdotas vividas se refiere también a un momento en el que viajaba por una carretera solitaria y de repente se cruzó con un zorro. "Iba andando solo por el otro carril y no me vio ni olió y eso que íbamos casi a la par andando. Fue una situación de película, un momento muy bonito". El militar asegura que en su periplo pudo ver infinidad de fauna, desde ciervos y castores a zorros o focas. También se muestra maravillado por el paisaje inglés: "Se entrelazaban los verdes con los colores rojizos".

El castropolense dice que entre las metas alcanzadas en este viaje está la de conocer los lugares más míticos de Escocia, como por ejemplo el lago Ness, del que tantas historias escuchó en su infancia. Especial fue también la ascensión al Ben Nevis, para la que se tomó una jornada libre tras la duodécima etapa en bicicleta. "Son unos 1.300 metros de desnivel positivo y dieciséis kilómetros de distancia. Subí andando y haciendo fotos y bajé corriendo", explica. A Díaz no le asustan las ascensiones ya que es un experimentado montañero, no en vano como militar trabaja de instructor en el curso de montaña de la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales (EMMOE) del ejército, con sede en Jaca (Huesca).

El final de la ruta fue en John O'Groats, considerado popularmente el punto más septentrional de la isla de Gran Bretaña. "Fue como llegar al fin del mundo de una tierra dura, de rectas interminables". Allí se quedó maravillado con los interminables acantilados y el espectacular paisaje. "En el fondo, en el agua, vi más de veinte focas al sol". Con esta vista puso fin a un viaje apasionante.

El itinerario de regreso al sur de la isla lo hizo en tren, en tres jornadas. "Los trenes están bien equipados para transportar bici, lo único es que hay que tener la precaución de reservar billete para la bici, que no te cobran". Terminó su aventura pasando unos días en Castropol antes de incorporarse al trabajo en Jaca.

Díaz se considera un romántico empeñado en demostrar que es posible vencer los miedos y llevar a cabo grandes retos. "Lo importante es sacar una sonrisa", manifiesta. No es la primera vez que desarrolla viajes como el de este verano por tierras británicas. De hecho, hace dos años recorrió España en bicicleta en una ruta que duró doce días y en la que recorrió cinco comunidades autónomas y 1.135 kilómetros.

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