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Escolares que cultivan en Figueras

Las familias se turnarán en verano para atender el huerto ecológico que la escuela figueirense creó en abril a partir de materiales reciclados

Raquel García regando, con el espantapájaros "Zenorio" al fondo. T. CASCUDO

Los escolares de Figueras han cerrado el curso con unos particulares deberes. Nada menos que ocuparse de mimar y preservar el huerto ecológico instalado en abril en una finca anexa a esta escuela, que forma parte del Colegio Rural Agrupado Tapia-Castropol. Las familias se turnarán en verano para que el cultivo sobreviva durante el descanso estival.

Los docentes plantearon una gestión colectiva en este huerto ecológico y la práctica totalidad de las familias se volcó con la propuesta, ayudando a mantenerlo durante los fines de semana, colaborando con materiales para su atención y también comprando cada semana los productos cultivados. El dinero de las ventas -organizadas cada jueves en el patio escolar- regresa al huerto, ya que sirve para comprar semillas y continuar trabajando la tierra. "Aunque somos de pueblo, al final se están perdiendo muchos valores y los niños ya no saben de dónde vienen las cosas. Por eso esta idea está muy bien", precisa Rocío Martín, una de las madres más implicadas en la iniciativa y cuya ayuda ha sido básica por sus conocimientos sobre el cultivo.

"Queríamos un huerto fácil de trabajar, enfocado a que sean los niños los que se responsabilicen de los cultivos. Por eso lo organizamos en bancales", explica la docente Angélica Fernández, al tiempo que señala que todos los materiales usados en la construcción fueron reciclados. "No se hizo prácticamente inversión", añade. Materiales reciclados y remedios naturales para su cuidado, ya que se trata de un huerto ecológico. "Para combatir las plagas o los problemas concretos usamos desde borras de café a pieles de naranja o cáscaras de huevo. Ahora estamos haciendo purín de ortigas para combatir el pulgón", explican las maestras.

Calabacín, tomate, pimiento, fresa, lechuga, espinaca, acelga, alcachofa, berenjena? un sinfín de productos han salido durante las últimas semanas de este espacio. Los escolares aprenden de esta manera a valorar el trabajo en la tierra y muchos redescubren los sabores de las verduras.

Este último es el caso de Adrián García, que dijo a sus padres que "nunca había probado una lechuga tan rica" como la que cultivan en clase.

Los niños han tenido un papel muy activo en el huerto, como incide la maestra Yolanda Rodríguez. Todos los días de clase han visitado el cultivo con diferentes tareas. "Les sirve para formar grupo y saber trabajar en equipo, y además aprenden a valorar el trabajo bien hecho", añade. Explica, además, que con el huerto se pueden trabajar muchos aprendizajes, desde la lectura a las Matemáticas: "Aprenden de manera más divertida, porque lo hacen sin ser conscientes", precisa Rodríguez.

Los pequeños no solo riegan, quitan malas hierbas o tratan las plantas, sino que también se ocuparon de las ventas en el mercadillo que montaron cada jueves.

El huerto está muy vivo, no en vano los planes son que siga creciendo el próximo curso. Ya piensan en instalar un pequeño invernadero, poner gallinas e incluso buscar la manera de implicar a las aulas de Barres y de Serantes, que, junto a Figueras, conforman el colegio Tapia-Castropol.

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