No hay debate: las Telayas son las mejores fiestas del mundo para los de Puerto de Vega, y el día de la jira es uno de los más especiales de todos. Cientos de romeros se enfundaron ayer el traje blanco, como manda la tradición, para vivir el último día de los festejos, el que pone la guinda, y que traslada las celebraciones hasta el entorno de la playa de Frexulfe. Una fiesta que no ha dejado de ser familiar para convertirse en multitudinaria, moviendo a una marea de gente de todas las edades con un único objetivo: divertirse hasta que el cuerpo aguante.

La diversión dio comienzo, como manda la costumbre, a mediodía, en el parque Benigno Blanco, desde donde partieron los romeros con dirección al arenal. El trayecto, de unos tres kilómetros y que se realiza en dos horas, está considerado uno de los mejores momentos del día. La prisa del día a día se deja en casa y el camino se realiza parando a beber, a reír y a bailar con las charangas que animan la jornada.

Todo ello al paso que marca la cabeza de la marcha, liderada, como no podría ser de otra forma, por Joaquín Hevia, conocido popularmente como "el capitán de la jira". Este avilesino de nacimiento, pero de Puerto de Vega por devoción, cumplió ayer 38 años al frente de la comitiva, una misión que cumple cada 10 de septiembre. "Es una fiesta muy querida por todos nosotros, muy ligada con los marineros, que son muy importantes en Puerto de Vega", asegura, sin detener si quiera un instante su ritmo.

A su espalda, cientos de personas disfrutan y se preparan para lo que queda de día: la comida campestre en el entorno privilegiado de Frexulfe, la tarde entre amigos, y el regreso, también siguiendo los pasos de Hevia, al pueblo, para disfrutar de la última de las verbenas de las "Telayas".

"Es una fiesta muy tradicional; es una jira en la que todo el mundo está junto, se arropan entre ellos, vamos todos y volvemos juntos con la charanga. Es muy familiar", explica Eric Fernández. "Además, es obligatorio venir de blanco, como manda la tradición", apunta, a su lado, Andrea Pastor. Una vestimenta en la que no pueden faltar los pañuelos azules, amarillos y rojos.

De la importancia de la familia en la romería pueden dar buena fe los miembros de la casa "Xenrín" de Frexulfe, que no fallan a su cita con su fiesta. "Somos más de cincuenta este año, entre familiares y amigos, desde los cinco años hasta los setenta", explica Marcos Rodríguez. Lo que hace especial a la jira es "el paseo hasta la playa, donde nos reunimos todos, es un día entrañable para compartir entre todos", según afirma. Uno de los pequeños del gran grupo familiar es Toribio Menéndez, de 9 años, que vive su segunda jira. "Es un día genial, en el que me lo paso muy bien con mis amigos", asegura. El buen tiempo aseguró la fiesta hasta altas horas de la madrugada.