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Al rescate de la trashumancia en Somiedo

"Queremos mucho a esta tierra", dicen los bomberos que operan en el Parque, que ayer celebró con éxito la romería en Saliencia

Parte del público aplaude los discursos. A. M. SERRANO

Tita Sierra es una somedana orgullosa de su tierra y por ello todos los años acude a la Fiesta de la Trashumancia que ayer se celebró junto al lago de la Cueva. "Ahora ya no es lo que era", dice esta mujer con cierta pena. Las pastos de los montes comunales de Saliencia están arrendados por ganaderos, no por los ovejeros de antaño y por esta razón "no vemos a aquellos rebaños que parecían interminables", comenta. "Pero disfrutamos igual. Con una vez que lo veas, ya se queda grabado para siempre y volver aquí nos hace recordar todo", añade.

La Fiesta de la Trashumancia de Somiedo transcurre desde hace dos años sin ganado, pero con la misma ilusión por recordar lo de antes. La organización trata de tener muy presentes a los pastores que antaño poblaron parte de esas tierras sin dejar de recordar a otras personas que han hecho posible que Somiedo sea lo que hoy es. El grupo de rescate de Bomberos de Asturias es uno de ellos.

Ayer, el bombero rescatador Íñigo Sánchez tuvo "el honor" de pregonar la séptima romería dedicada a la trashumancia. Sobre la una y media de la tarde, la música con la que la organización ambienta este día de montaña dejó de sonar. Entonces Íñigo Sánchez describió cómo son esos momentos de ayuda en alta montaña. "Nosotros queremos mucho estas tierras y a esta gente, porque antes de médicos y rescatadores somos montañeros", dijo. El rescatador recordó momentos importantes para este equipo especial de Bomberos de Asturias y para el pueblo, como cuando tuvieron que evacuar en helicóptero, en 1993, a un niño. Tenía meningitis aguda y dice su madre, Inés Gómez, que la rapidez del servicio salvó la vida de su hijo Roberto Álvarez. Tres años atrás, el mismo equipo no pudo rescatar con éxito a un hombre infartado en Valle del Lago. Y en 1990, el que no sobrevivió fue un oso que estaba agonizando en los montes de Perlunes. Juan Figaredo, médico rescatador que ayer acudió a la fiesta de Somiedo, no pudo hacer nada por él: "Recuerdo que lo subimos al helicóptero y lo llevamos en la camilla a la Facultad de Veterinaria de León, pero acabó falleciendo".

Las anécdotas de la montaña de Somiedo no sólo pertenecen al helicóptero rescatador, el "pájaro amarillo", como lo llaman en la zona, "ese que a veces interrumpe vuestro silencio". También en las simas hay mucho para contar. Y eso lo sabe bien la persona que ayer recibió el premio Pastor Mayor: el periodista y espeleólogo gallego Isidoro Raposo. Conoce Somiedo desde hace 35 años. En este concejo ha explorado 200 simas, es decir, "sólo el cinco por ciento de este maravilloso territorio que tenéis". Todos, pregoneros y Pastor Mayor, ensalzaron la gran tierra que es Somiedo por su paisaje "que es un lujo" y por su gente, "tan acogedora".

Los niños también tuvieron su protagonismo. La organización entregó un diploma a los tres zagales de 2015: Natalia Cabo, Iván Díaz y Daniel Martínez, todos hijos de familias ganaderas. Tras los actos oficiales y la entrega de los premios, diplomas y recuerdos, se comió una caldereta típica de la zona, hecha por los cocineros Celestino González y Ernesto Caborana.

El tiempo acompañó en un sol de justicia. "De Somiedo, al cielo", se escuchó decir entre el público.

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