La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La aventura argentina de los Cao

"Nos hablaban del transparente Eo y de su manjar, la trucha", dicen las sobrinas de los fundadores santirseños de un bar bonaerense que cumple 100 años

Sobre estas líneas, las hermanas Irma, Mirta, Alicia y Graciela Cao, junto al bar. Arriba, la fachada exterior y, a la izquierda, un detalle del interior. REPRODUCCIÓN DE T. C.

En la esquina que conforman las calles bonaerenses Independencia y Matheu se esconde un trocito de la historia de San Tirso de Abres. Hasta allí llegó en 1918 el santirseño Ramón Cao en busca de un porvenir que tuvo forma de bar tienda. Lo bautizaron "La Armonía" y durante más de setenta años estuvo vinculado a Ramón y sus hermanos. Hoy, con otros dueños al frente, celebra su centenario el "Bar de Cao", que mudó de nombre para no olvidar a esta familia que dejó huella en la capital argentina.

En Carracido, en la localidad santirseña de La Antigua, están las raíces de los Cao. Allí, en la conocida como Casa del Torneiro por la profesión del abuelo, reside Julio Cao -hijo de Ramón- y su mujer, la taramundesa Amalia Corveiras. Ambos relatan la aventura de aquel joven que con 18 años emprendió camino al otro lado del Atlántico, encargado además de abrir paso a sus hermanos, a los que fue arrastrando poco a poco a Buenos Aires.

En los años veinte del siglo pasado, y tras desempeñar varios oficios, abrieron La Armonía en el barrio de San Cristóbal, un negocio que desde 2011 forma parte del selecto grupo de "bares notables", protegidos por el gobierno bonaerense por su interés cultural. El edificio que alberga el bar se construyó en 1915 y ya desde ese año el bajo tuvo usos hosteleros, de ahí que este año se celebre el centenario. No obstante, la historia más gloriosa del establecimiento fue escrita por los Cao. Primero por Ramón y después por Julio, Vicente y José María -Pepe-. Jesús y Balbino también se instalaron en la ciudad, aunque se dedicaron al reparto de leche, si bien la mujer de Balbino -Segunda- se convirtió en la cocinera de La Armonía popularizando algunos platos como el caldo.

Ramón abrió camino, pero al enfermar su madre y ser el primogénito, tuvo que regresar a casa para hacerse cargo de la casa. El regreso, incide su hijo Julio, fue duro y le costó más de una lágrima, pues dijo adiós a una vida en plena capital para regresar al trabajo en el campo de una pequeña aldea. Aun así, asumió con responsabilidad su destino y nunca más volvió a Argentina.

Julio, Vicente y Pepe se volcaron en el negocio. El bar funcionaba de manera ininterrumpida de ocho de la mañana a once de la noche y sólo cerraba los jueves por la tarde, cuando los hermanos no perdían su cita con sus compatriotas en los centros españoles de Buenos Aires. Los tres hermanos se repartían los quehaceres del bar y la tienda e incluso se turnaban para dormir la siesta y mantener abierto el negocio, que pronto se hizo popular por sus fiambres cortados al momento o las sardinas españolas.

En 1971 la sociedad se dividió, ya que Julio decidió vender su parte y regresar a España. Con la llegada de los supermercados el negocio empezó a decaer y en la década de los noventa echó el cierre. Vicente falleció en 1999 y seis meses más tarde, a los 87 años de edad, Pepe decidió dejarlo. En el año 2000 cumplió su sueño de viajar junto a su mujer Rogelia, que también desempeñó un papel clave en el negocio familiar, a su San Tirso natal, y dos años después falleció en Argentina.

Sus hijas cuentan desde Buenos Aires que tanto su padre como sus tíos les hablaban mucho de España y de los paisajes de su tierra natal. "Hablaban de la transparencia del río Eo, donde pescaban truchas, que recordaban como un manjar. También de cuando llevaban a las vacas a pastar a los prados y sus largas caminatas después de las tareas en el campo para llegar a la escuela por caminos escarpados", precisan.

Las hermanas Cao son hoy propietarias del edificio que alberga el bar, que reabrió en 2005. Están orgullosos de que se mantenga la huella de sus antepasados "caracterizada por trabajo, esfuerzo, perseverancia y amor". Que exista el Bar de Cao permite, a su juicio, "mantenerlos vivos y presentes y que nos sintamos muy orgullosas de ellos".

Las cuatro hijas de Pepe y el único hijo de Ramón mantienen un contacto frecuente, especialmente a través del teléfono. Irma, Mirta y Alicia han tenido la oportunidad de conocer San Tirso y sólo Graciela tiene pendiente el viaje a sus orígenes. "Son muy cariñosas y buenas", dice la mujer de Julio, quien añade que sus primas siempre tendrán un hogar en la esquina más occidental de Asturias.

Compartir el artículo

stats