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Los vaqueiros de Tineo cuidan sus raíces

Dos familias ganaderas de las localidades de Las Tabiernas y Bustellán, ejemplo del mantenimiento de población en los pueblos

Por la izquierda, Alberto Parrondo, Serafina Blanco, David Parrondo y Paulino Parrondo, en su cuadra, en Bustellán. D. ÁLVAREZ

Hace unas décadas, a estas alturas del año los vaqueiros de alzada tenían la vista puesta en la trashumancia, que les llevaba a abandonar las brañas de verano y desplazarse a las casas donde pasaban el invierno, en pueblos situados a menor altitud.

Veintiún años han pasado desde la última vez que Paulino Parrondo dejaba atrás Bustellán, en Tineo, para instalarse con su ganado y su familia en Reilloso, en el límite con el concejo de Valdés. La familia Parrondo fue la última en la zona en abandonar la tradición vaqueira de buscar pastos para su ganado en las zonas más propicias en cada estación.

"Llevábamos todo, incluido al gato", rememora Parrondo, quien explica que en los últimos años el trayecto, en el que invertían más de dos horas, se realizaba con tractores. El fallecimiento de su padre fue lo que hizo que abandonasen la costumbre vaqueira de trashumar y lo que les obligo a asentarse de forma definitiva en Bustellán, a 1.020 metros de altitud. "Fue entonces cuando hicimos una nave para el ganado y pasamos de tener 10 vacas a sumar 110", comenta.

Hoy en día, la familia, compuesta por Paulino Parrondo, su mujer Serafina Blanco y sus dos hijos, Alberto y David Parrondo, no se ha desvinculado del todo de sus raíces y continúa aprovechando los pastos de Reilloso. Eso sí, solo el ganado se traslada y desde el mes de abril hasta noviembre; el invierno lo pasan ahora en lo que fue la braña de verano.

"Aunque recordamos esa época con cariño y festejamos la trashumancia para que no se olvide, espero que no vuelva, porque era una vida dura", confiesa Paulino Parrondo. De la misma opinión es su vecino de Las Tabiernas, Manuel Gayo. En su caso, su familia, conocida como casa Chomba, dejó de realizar la trashumancia en torno al año 1975. "Fuimos los primeros en quedarnos en las brañas de verano a pasar un invierno, y después ya comenzaron a seguirnos los vecinos", relata Gayo.

Casa Chomba se trasladaba a pasar el invierno a la localidad valdesana de Caborno, situada a unos 500 metros de altitud, frente a los más de 1.000 metros en los que se encuentran ahora, pero la decisión de apostar por Las Tabiernas se tomó debido a su buen terreno para pastos comparado con Caborno. El viaje les llevaba unas 10 horas y en él llevaban pertenencias, aperos, ganado y familia, "porque la casa aquí quedaba completamente cerrada", explica.

Ahora la tradición ganadera continúa en Casa Chomba de la mano de dos de los hijos, Juan y Manuel Gayo, que han decidido apostar por el pueblo y formar allí sus familias, sacando adelante una ganadería compuesta por unas 230 vacas de leche y más de un centenar de carne, además de caballos, ovejas y cabras.

Ambas familias recibieron el último domingo de septiembre, en la fiesta de la Trashumancia de Casa el Puerto, un pequeño homenaje en reconocimiento a su apuesta por la vida en los pueblos, manteniendo su tradición ganadera. Una distinción que las dos familias recibieron con orgullo, aunque con pesimismo. Juan Gayo asegura que de su generación "pocos se quedaron en el pueblo, y lo peor es que los ayudaron a irse". Paulino Parrondo añade que en Bustellán "poco quedará porque no miran por nosotros. Mis hijos, aunque les gusta esto, no sé si podrán quedarse".

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