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Una bici por un saco de patatas en Moldes

Vecinas de la parroquia castropolense como Benigna Álvarez relataron en el Día de la Mujer Rural su dura infancia y juventud para salir adelante en el campo

Benigna Álvarez, con 12 hermanos, tuvo una infancia y adolescencia difíciles. Le gustaba estudiar, pero no pudo "porque había que ayudar en la casa". Fue costurera y atendió a una familia con más poder adquisitivo para poder ganarse la vida. "Para no ir andando de su casa hasta Castropol villa, pidió a su familia una bicicleta", contó Teresa Dorado. La madre de Benigna y ella misma se apañaron para tener el dinero necesario y hacer la ansiada compra: "Sembraron un saco de patatas de ciclo corto, vendieron la cosecha y ganaron liquidez".

La de Benigna fue una de las historias que ayer se pudo escuchar en el acto que se organizó en la parroquia castropolense de San Juan de Moldes para celebrar el Día de la Mujer Rural. Un total de 11 mujeres de más de 75 años recibieron ayer el cariño de toda la parroquia en las antiguas escuelas.

En este municipio el 40 por ciento de los habitantes tienen más de 65 años y son las personas mayores las que en muchos casos hacen posible que el concejo "tenga más vida", según la concejala de Igualdad, Teresa Dorado. Ayer las protagonistas fueron las mujeres del campo y, aparte de contar su historia, escucharon atentas una charla donde una emprendedora de Castropol relató su vida en busca de oportunidades en el entorno rural. Andrea González ocupó distintos puestos en la administración hasta pensar en hacerse apicultora porque su deseo era vivir en la comarca: "Gracias a todas vosotras hoy esto es lo que es y nosotros somos los que somos porque antaño las mujeres se ocupaban de la crianza de los hijos, es decir, del futuro".

Durante la jornada, las once mujeres homenajeadas volvieron a su infancia y juventud gracias a las fotografías rescatadas para la ocasión por la Concejalía de Igualdad. Junto a Benigna Álvarez, otras contaron sus historias vitales.

María Francisca Fernández es vecina de la parroquia de San Juan de Moldes y ayer también disfrutó de la jornada donde se recordó parte de su vida. Tuvo que dejar la escuela y los estudios para poder ayudar en la ganadería. Todavía recuerda cuando acudía a una casa de Castropol, a coser. Por estas labores la daban "la merienda. Eso sí era estar en crisis, y no lo de ahora", dijo.

El acto concluyó con aplausos y el deseo de volver a celebrar en 2016 una jornada similar.

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