La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los sacerdotes consideran ocasional la falta de curas en la cuenca del Navia

"La solución pasa por hacer que un grupo de feligreses atienda las iglesias en este tipo de casos", opina el párroco de la villa naviega

Una casualidad, unida a la escasez de sacerdotes y a la avanzada edad de alguno de los párrocos, ha provocado la ausencia de curas en algunas misas de la cuenca del Navia en los últimos días. Se trató de "algo ocasional", una circunstancia que, según apuntan religiosos de la zona, se podría haber solucionado con la creación de grupos seglares que, en determinadas ocasiones, sustituyan a los sacerdotes en parte de sus labores parroquiales.

Comunidades de feligreses de Boal e Illano debieron suspender su cita con la iglesia para la celebración de Todos los Santos, porque no había cura. José Vicente Iglesias, párroco de Boal, se encuentra de baja médica desde mediados de octubre, aquejado de problemas propios de sus 87 años. Adán Fernández, destinado el pasado año a la parroquia de Doiras tras el fallecimiento del anterior cura, José María Antón, se halla durante todo el mes realizando ejercicios espirituales. "Es algo esporádico, pero es casualidad que siempre coincide con los Difuntos", señala Manuel Álvarez, párroco de Navia, en referencia a la anterior ocasión en que la zona quedó desatendida, en el otoño de 2013. "Si llega a ser en otro momento, habría menos quejas en este sentido", señala el cura.

En aquella ocasión, el propio arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, se desplazó a oficiar misa en Boal. Durante la liturgia aseguró que la comunidad religiosa asturiana "no dejará sola a sus hermanos. Si tenemos que enviar una ayuda, lo haremos; no vamos a olvidar estos pueblos", recalcó entonces. La situación, a raíz de los achaques de Don Vicente, se ha vuelto a repetir.

"Hay menos gente en los pueblos, cada vez menos asistencia a misa, y hay sacerdotes que tienen hasta doce parroquias. No sé como las llevan. Quizás no puedan atender a todas las parroquias como sería deseable, por eso atienen a las que hay más gente", reflexiona Manuel Álvarez, que reconoce que la Iglesia se encuentra ante "una situación difícil" que se resolvería si hubiese más sacerdotes, aunque parece no ser el caso.

La solución que aporta el religioso naviego pasa por crear comunidades de fieles, no pertenecientes al estamento religioso, que se ocupasen de la celebración de la palabra y diesen la comunión, atendiendo la parroquia en los momentos de necesidad. Lo único reservado al sacerdote sería la consagración.

Manuel Álvarez pone un ejemplo: "Un domingo me vi imposibilitado para oficiar misa por culpa de la garganta. Las hermanas dominicas fueron las encargadas de realizar la celebración, y no pasó absolutamente nada, nadie protestó". Para llevarlo a cabo, apunta el párroco, no cabría esperar a que surgiese la emergencia, sino trabajar día a día con esos fieles para tenerlo todo preparado en caso de necesidad.

Sería ésta una opción nada desdeñable en un entorno, el rural, donde los sacerdotes deben multiplicar su trabajo para llegar a cada uno de los rincones de sus "dominios".

"En la zona de Grandas, los Oscos y Pesoz, donde empecé, éramos siete curas. Ahora queda uno. Y aquí, en el Occidente, pasamos de 28 a 12", resume Álvarez, que garantiza que ante cualquier tipo de emergencia siempre habrá un sacerdote que tienda una mano. Tanto el Arzobispado de Oviedo como la Vicaría Occidental fueron ayer contactados por este periódico, sin obtener respuesta alguna.

Compartir el artículo

stats